Sembrar los alimentos que va a consumir, optimizar los recursos energéticos y contribuir con el mejoramiento del planeta a través de la disminución de la huella de carbono, son las apuestas de los proyectos de producción agrícola que se construyen en las terrazas de la ciudad, a partir de experiencias de autosostenibilidad.
Estas iniciativas son a la vez una opción para reducir los índices de contaminación, porque pueden bajar el número de viajes del campo a la ciudad para traer los alimentos.
Uno de estos programas es Smart Living Lab, un proyecto de la Universidad Pontificia Bolivariana, que tiene como principal objetivo reducir los consumos, proteger el medio ambiente e incrementar la eficiencia energética.
El grupo trabaja en una casa, que funciona como laboratorio. La estructura cuenta con un cultivo acuapónico, que es un sistema sostenible de producción de plantas y peces que combina la acuicultura tradicional, que es la cría de animales acuáticos como peces, cangrejos de río y camarones; con la hidroponía (cultivo de plantas en agua).
Huertas caseras con riego automatizado, paredes verdes, y cultivos elaborados a partir de materiales reciclados, también hacen parte de esta iniciativa.
Daniela Londoño, estudiante de Ingeniería Mecánica de la UPB y partícipe del proyecto, explicó que “las secreciones de los animales cultivados alimentan el sistema hidropónico, en el que los desechos son descompuestos en nitritos y posteriormente en nitratos por las bacterias ubicadas en las canastas donde se cultiva lechuga. Estos componentes son utilizados luego por las plantas como nutrientes, por lo que es posible que el agua retorne limpia al subsistema de acuicultura”.
En la casa también desarrollan un proyecto para llevar energía eléctrica a las zonas más remotas del país, a través de un sistema de generación compuesto por paneles solares, biodigestores caseros y baterías.