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Los estudiantes desde primero a tercer grado de la Institución Educativa Ángela Restrepo Moreno, en San Antonio de Prado, escucharon con atención el pasado viernes la historia de un pájaro carpintero que, confiado en que no había nada de malo en su incesante picoteo, fue culpado por las ardillas de dañar su necesaria búsqueda de semillas. El pájaro y las ardillas alegaban que su labor natural era legítima y que la otra parte atacaba injustamente.
Luego llegaron las actividades en las que se aventuraron a responder qué animal decía la verdad, si alguna vez se habían sentido como alguno de ellos, si creían que para resolver el lío era necesario escuchar a ambos animales o si alguna vez les fue difícil decir la verdad.
Cómo ellos, los estudiantes 174 colegios en Medellín (162 oficiales y 12 privados) y otros 378 de todo Antioquia decidieron sumarse a la jornada de la Escuela Abraza la Verdad, promovida por el Ministerio de Educación para abordar pedagógicamente el Informe Final de la Comisión de la Verdad.
El robusto kit que recibieron los docentes y directivos que decidieron sumarse contiene guías pedagógicas y un enorme material educativo que va desde videos, piezas comunicativas, cuentos, canciones, plantillas, diapositivas, material para talleres, conversatorios y hasta cursos enteros.
Contrario a lo que han dicho desde algunos sectores sobre una supuesta exposición a niños y jóvenes al contenido complejo que contiene el Informe Final, la propuesta del Ministerio para que desarrollen los colegios tiene diferentes ejes y enfoques dependiendo de los grados.
Por ejemplo, la profesora Diana Carolina Marín, quien lideró la iniciativa en la Ángela Restrepo, relata que trabajó con sus niños de primeros grados la verdad y la convivencia, con preguntas sencillas y cotidianas. Por ejemplo, si alguna vez por no decir la verdad un hermanito o compañero recibió un castigo injusto. O, por el contrario, si al decir la verdad salvó a alguien más y cómo se sintieron.
Pero en otros grados como sexto y séptimo la propuesta incluyó una novela gráfica para trabajar la diversidad étnica y el racismo; en octavo y noveno, relatos sobre los estragos del conflicto en los cuerpos por la violencia sexual y la discriminación; y en décimo y once, actividades para descifrar con qué ideas asocian los jóvenes la justicia (venganza, reparación de daños o mejorar la convivencia).
La coordinadora de la Ángela Restrepo, Marcela Baena, señala que decidieron acoger el llamado de Mineducación porque consideran que la propuesta estimula la capacidad de investigación desde los primeros grados, uno de los principales objetivos de su Proyecto Educativo Institucional.
La profesora Diana Carolina enumera las principales razones para abrazar esta propuesta. La primera, porque considera que los niños nunca han tenido voz. Nadie les ha preguntado qué piensan, a pesar de que el conflicto les ha llegado de manera directa o indirecta.
Y segundo, la docente señala que es necesario reconocer que la escuela es fundamental en la construcción de ambientes de paz.
Dicho de otra manera, explica, lo que no se hable en los colegios igual se hablará en otros entornos. Así que la docente considera que es mejor que los temas complejos, peliagudos, les lleguen a los niños y jóvenes desde entornos pedagógicos y no desde los medios de comunicación, con sus múltiples intereses, o las redes sociales y su manejo inadecuado.
Para Isabela Echavarría, estudiante y contralora de la Institución Presbítero Antonio José Bernal, el rol que juegan los estudiantes del país es clave. “Ir de la verdad a la justicia y la reparación es difícil. Por eso, cuando conectamos con las víctimas entendemos que esto no puede repetirse”.
Y así lo han entendido desde el sector educativo. El Ministerio y las secretarías calificaron como un éxito la primera jornada de la Escuela Abraza la Verdad.
Más de 4.000 instituciones participaron en la jornada en todo el país. En las 16 comunas de Medellín y las nueve subregiones de Antioquia los estudiantes hicieron obras de teatro, performances y caminatas.
Pero la jornada de la semana pasada fue solo el comienzo. El Ministerio entregó recursos y material de aula para que los colegios trabajen de manera autónoma el resto del año.
“Tenemos que seguir trabajando con las familias y la comunidad para que comprendan que esto no se trata de una postura política, sino de un momento de país y de una necesidad, un derecho que tienen los niños y jóvenes de cambiar los ciclos de violencia en los que hemos vivido”, apunta la profesora Marín
Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.