Entre las laberínticas calles estrechas destapadas o de tierra amarilla que conforman el sector El Pinar, uno de los sitios más pobres de Bello, hay un lugar que casi todos los habitantes conocen y quieren porque abrió sus puertas hace unos 13 años como la primera sede educativa para niños y niñas con más necesidades económicas, muchos desplazados de otras zonas de Antioquia y el país. La conocen como Las Cometas y hoy es una suerte de contradicción entre la educación que sigue prestando y el deterioro que tiene cerrados varios espacios.
Allí, 500 niños y niñas son atendidos desde transición hasta el grado sexto, pero disfrutan los espacios a medias. Algunas oficinas administrativas tuvieron que ser cerradas y trasladadas; hay techos dañados; unos salones se inundan con las lluvias y no pueden usarse; el comedor y la cocina lucen vacíos a través de una reja; y algunas paredes tienen humedades.
Le puede interesar: Buen Comienzo abrió puertas hace un mes y todavía hay profes sin contrato
La imagen contrasta con alumnos y profesores revoloteando de un lugar a otro, cantando, escribiendo, leyendo o jugando en las zonas verdes o en un parque infantil que aunque empieza a verse deteriorado, los niños todavía disfrutan, ante los pocos espacios de recreación que tienen en El Pinar, ubicado más arriba de la Biblioteca España, en la antigua vía a Guarne.
“A mí me gusta mucho mi colegio y la forma de enseñar. Lo malo es que la piscina está en mal estado y algunos salones se inundan, hay tablas caídas y en el parque hay un puente con la madera pudriéndose, ya no podemos jugar ahí, en el barrio hay solo un parque al que se puede ir”, manifestó Jhonatan, del grado quinto, quien lleva toda su infancia en Las Cometas, según contó, y donde también estudia su hermanito menor.
Pero lo más paradójico es que en una zona donde aún hay carencias de agua potable, la planta de tratamiento de la sede educativa va a ajustar casi dos años fuera de funcionamiento, pues tras estar cerrada por la pandemia necesita un mantenimiento que cuesta unos $14 o $15 millones, según contó Margarita Vélez, una de las fundadoras del lugar a través de la corporación Las Cometas.
Esta entidad sin ánimo de lucro fue la que abrió el lugar hace más de una década. La sede la tienen bajo su custodia en comodato y decidieron mantenerla abierta por amor a los niños y las niñas, pese a que desde 2022 la operación está a cargo de la Institución Educativa Bello Futuro, que hoy presta la atención en su totalidad, bajo contratación con la Alcaldía de Bello.
“Tenemos esta planta física, que era una finca, pero hay muchas humedades, no hemos tenido posibilidad económica para hacer cambios y hemos tenido que cerrar espacios, hay daños en techos, no hay agua potable ni alcantarillado. La planta física nueva que hay fue donada por empresas de Antioquia y Medellín, por fundaciones y personas naturales, amigos de la junta y conocidos”, expresó Vélez.
La fundadora dijo que entre las personas a las que reconoce por su apoyo y donaciones están Juanita Estrada, Daniela Botero, Carolina Echavarría, Paulina Zuluaga, Ricardo Sierra, Nicanor Restrepo, Marcel Botero, Jorge Iván Echeverri, Jorge Molina, Juan Carlos Molina, Pedro Miguel Estrada, Carlos Jaramillo, Rosa Zuluaga, José González, Melissa Pegus, Gloria Villegas de Molina, PM, MIG, SMF; las fundaciones FRA, FSP, FFM, FJRM; la universidad Eafit; y las empresas GE, GS, GA y NCH.
Vélez va cada tanto a echar un ojo a la sede que le pertenece, en comodato, a Las Cometas, pero poco puede hacer para meterle mano porque la operación no está a cargo de su entidad y no cuentan con recursos. Su deseo es recuperar los espacios que hoy están cerrados y altamente deteriorados, porque si algo tiene claro es que quiere que esa sede, aún conocida como Las Cometas, siga sirviendo para que niños y niñas con tan pocas oportunidades puedan seguir convirtiéndose en médicos, psicólogos, policías o abogados, como otros que en el pasado lo han logrado
Solo hay PAE para 150 de 500 niños y niñas
Personal de Bello Futuro que trabaja en la sede habló de las carencias que tienen. Una de las preocupaciones es que de los 500 estudiantes, la Alcaldía de Bello solo les dio cupo de PAE para unos 150, con prelación al grado transición, donde hay por lo menos 90 niños y niñas. Los cupos restantes deben repartirlos entre los alumnos con los mayores índices de vulnerabilidad, aunque es sabido que casi toda la población del colegio está en riesgo de inseguridad alimentaria.
Desde la Alcaldía de Bello explicaron que cuentan con 55.000 estudiantes matriculados en sedes públicas y que tienen 20.000 complementos alimenticios del PAE para distribuir, sobre los cuales el municipio asume el 60% del costo con recursos propios, “muy por encima de lo recibido por el Gobierno Nacional”. Asimismo, indicaron que por lineamientos del MinEducación primero se debe abarcar la población en preescolar y las instituciones en Jornada Única, por lo que en algunas sedes deben priorizar la entrega de complementos.