Este último territorio, junto a las veredas Aguamala y Altamira, hace parte de un corredor estratégico codiciado por el crimen organizado para el movimiento de mercancías y dinero en efectivo proveniente de sus actividades al margen de la ley.
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En el desarrollo de esas operaciones, el Ejército informó que fueron incautadas dos armas de corto alcance con su respectiva munición y equipo de comunicaciones, que fueron remitidos a la Fiscalía en medio de los procesos judiciales que se adelantan contra esa agrupación.
Por su parte, los cadáveres de los dos presuntos integrantes también quedaron a disposición de las autoridades forenses.
Los choques entre la Fuerza Pública y el Clan del Golfo se producen en medio de una cruzada recientemente emprendida por esa agrupación criminal para afianzar su poder en varias subregiones antioqueñas, especialmente la del Suroeste.
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En julio de este año, por ejemplo, se conoció que caficultores tanto del Suroeste como el Occidente antioqueño, principalmente de los municipios de Betulia y Anzá, comenzaron a recibir amenazas e intimidaciones por parte de ese grupo a pocos meses de la cosecha cafetera.
Según trascendió entonces, entre las exigencias de los violentos estaban el pago de hasta $50.000 por carga de café y hasta entregar listados con las identidades de los trabajadores contratados, con el fin de ejercer control en la zona.
La situación de seguridad más crítica se vive corregimiento de Altamira, ubicado en el norte de Betulia y en límites con Anzá, en donde los campesinos temen represalias en caso de denunciar y se quejan de la reducida presencia de la Fuerza Pública.
Durante el primer semestre de este año, en esos dos municipios se habían registrado por lo menos siete homicidios.