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Claudia, una rescatista que vive feliz con 35 perros viejos y enfermos

Con 32 años, renunció a una vida normal por dedicarse a salvar caninos maltratados y abandonados

  • Este ejemplar se llama Rayo, fue rescatado de una tumba en Cali, donde unos desalmados lo enterraron vivo. Ya le fabricó un caminador. FOTO JAIME PÉREZ
    Este ejemplar se llama Rayo, fue rescatado de una tumba en Cali, donde unos desalmados lo enterraron vivo. Ya le fabricó un caminador. FOTO JAIME PÉREZ
  • Junto a su madre, Claudia decidió compartir la vida con animales rescatados de las calles, algo que la hace feliz. FOTO JAIME PÉREZ
    Junto a su madre, Claudia decidió compartir la vida con animales rescatados de las calles, algo que la hace feliz. FOTO JAIME PÉREZ
25 de febrero de 2022
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Se llama Claudia Castrillón y llegó a este mundo a entregar su vida por los animales. Pero antes de darse cuenta de que esa sería su misión, estudió diseño gráfico y se volvió experta en marketing digital: “Solo me interesaba ganar plata asesorando empresas”, dice sin arrepentirse, pues su profesión le ha servido para cumplir su nuevo rol.

Claudia tiene 32 años, pero el cambio le llegó hace diez, cuando resultó ayudando a rescatar perros callejeros, que aunque no se quedaba con ellos, apoyaba con su presencia, o aportando dinero para el transporte, los veterinarios o el alimento. “No era nada a fondo, apoyaba a otras personas sin meterme de lleno”, dice.

Un día a su vida llegó un criollo de nombre Bruno que adoptó uno de sus sobrinos, un callejero del que terminó enamorada. Este canino, que murió envenenado por un vecino, fue el que le despertó su amor por los perros, al punto que ya nunca paró de apoyar rescates y salvar animales moribundos o maltratados.

Y el gran cambio vino en 2020, cuando la pandemia le enseñó la más dura faceta de los animales: “veía tantos perros por ahí en la calle, abandonados y en peligro y decidí empezar a recogerlos. Primero fueron cuatro, después 7, luego 22 y después 30, y a muchos por viejitos o por ser negros nadie los adoptaba, entonces decidí quedarme con ellos”.

Creció tanto la manada, que tuvo que alquilar una finca en Sabaneta, después otra en Caldas y luego una casa en La Estrella, donde hoy habita con 35 perros que nadie adoptó por viejos, por enfermos o por ser de color negro pero que, en cambio, le inundan su corazón de alegría.

En su periplo, de Caldas y Sabaneta tuvo que salir porque los vecinos no le aguantaban tanto perro alrededor ladrando o porque las incomodidades no les permitía a sus animales tener confort. En La Estrella los caninos están cómodos, pero todo el tiempo deben permanecer encerrados, ya que afuera no hay andenes ni caminos para sacarlos a pasear.

Y este es el drama que enfrenta Claudia en este momento: está buscando un predio donde los perros puedan tener comodidad y una vida digna, que es lo que ella les ha venido ofreciendo desde que decidió que iba a vivir solo con ellos y que iba a invertir la mayor parte del dinero que gana a nivel profesional para darles una buena vida.

“Ellos son los seres más maravillosos del mundo y me hacen feliz”, dice. Ya ha entregado en adopción 200 caninos. Pide que ya sea en arriendo o a través de una donación se le permita el acceso a un predio donde pueda estar con los 35 caninos que tiene en este momento.

Pero su labor tiene una particularidad: si bien sabe que los animales enfermos, maltrechos y abandonados generan lástima y sentimientos de dolor, también supo identificar que en medio de esas penurias ellos tienen características propias, modos de comportamiento y conductas que les son muy propias y que generan hasta hilaridad.

Para ello creó dos cuentas llamadas @escuadronsolidario en Instagram e @influenciadores_de_amor en Tik Tok en las que sube videos e imágenes que ella misma produce cada día con la cotidianidad de sus animales. En la primera suma 10.4 mil seguidores y en la segunda más de 27 mil. Muchos de los seguidores la apoyan en su labor, pero aún así los gastos son onerosos y sola es difícil que pueda cumplir su propósito.

Claudia quiere que mucha gente visite su refugio y tenga contacto con sus caninos, que aunque sufren discapacidades, vejez y los aquejan muchas dolencias, también enseñan que en ellos hay superación, paciencia y sobre todo excesivo amor y lealtad para compartir. Ver los videos que produce para sus cuentas Instagram y Tik Tok también es una experiencia divertida.

Incluso los tiene divididos en seis manadas, como una forma de organizar las atenciones y coordinar la creación de sus contenidos virtuales.

“Si tú ves una perrita como la Florecita Rockera, que aunque no puede caminar, es feliz, juguetona, destructiva y hace daños, entiendes porqué la gente se enamora, se motiva y de alguna forma se ve reflejada en las fortalezas que ellos tienen, y para esto es fundamental tener un lugar más adecuado y estructurado”, indica Claudia, que sacrificó la rumba, los paseos y la diversión por entregarse a su causa animalista.

Aunque cada animalito es una historia y un amor, tiene casos especiales. Uno es Leo, un Pitbull de 50 kilos al que rescató en pésima condición luego de que fuera usado por sus dueños para casar peleas de perros y al que logró que su bravura se le transformara en ternura. “Es mi perro resiliente, utilizó todo lo malo que vivió para volverse un ser extremadamente noble, como un niño”, dice.

Otra es Frida, una criolla embarazada que fue apedreada y pateada sin piedad por unos niños en Santo Domingo y a la rescató sin poder evitar que perdiera sus crías, de las que se salvó solo una y se convirtió en una madre tierna y protectora: “le hice una foto de ella mirando su niño y es la insignia de toda la capacidad de amor que tienen estos seres”.

O Rayo, un criollo que fue rescatado en Cali luego de que unos sujetos lo golpearan y la enterraran vivo, por lo que perdió la movilidad pero hoy logra caminar con una carretilla que ella consiguió adaptarle buscando que lleve una vida lo más normal posible.

Su alma es ta noble como la de María del Mar Restrepo, una joven de Enviado que tiene un refugio para gatos llamado Matruska y que logró el milagro de salvar a un gatito al que bautizó Armando Rueditas, que estaba prácticamente inválido luego de sufrir un garrotazo en su médula espinal y ahora, a punta de terapias y una carretilla, lo tiene caminando y llevando una vida feliz.

O como el corazón de Jaime León López Carmona, un hombre de 66 años que también convirtió su casa en un refugio para animales enfermos y recorrió 1.230 kilómetros y más de 70 pueblos, desde Santa Bárbara (Antioquia) hasta Tuluá (Valle), para rescatar a Beethoven, un cachorro mezcla de Pitbull y Bulldog inglés al que unos extranjeros se habían robado del pueblo.

Su refugio, incluso, lo ha convertido en punto de encuentro de su escuadrón -que suma muchos amigos- para experimentar la perroterapia, algo así como una experiencia para dejarse contagiar del amor infinito e indescriptible que brinda esta especie y que trae paz al alma de las personas.

Lo dice Juan Velásquez, uno de los visitantes: “acá llegamos, los bañamos, los alimentamos y compartimos y jugamos con ellos. Uno sale lleno de energía, lo que ellos contagian es un aporte brutal, que se siente adentro y lo recarga a uno”. Es lo que sueña Claudia, que mucha gente disfrute esta experiencia no de forma lastimera sino como una terapia para regocijar el alma y reencontrarse con la vida y valorarse como humanos.

Ella busca que quien quiera los adopte, pero si no puede hacerlo, los apadrine o aporte a su proyecto. En el momento prepara el matrimonio de dos de sus caninos que en su compartir cotidiano han demostrado estar enamorados.

Esta ceremonia incluirá una lluvia de sobres con el fin de que los regalos se conviertan en un aporte para el beneficio de toda la perramenta, “y quién quita que uno de los sobres sea el lote que estamos buscando”, dice entre risas. Su obra es otro ejemplo de amor, de esos que reconcilian con la vida y la humanidad.

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