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Miraflores, la matrona de las canchas de Medellín

El espacio deportivo cumplió 103 años como epicentro de este barrio del oriente. Es catalogada como la más antigua de la ciudad.

  • La imagen, del año 1934, corresponde al colegio San Ignacio Infantil. Fue comprado por una comunidad de jesuitas. FOTO Francisco Mejía / BPP
    La imagen, del año 1934, corresponde al colegio San Ignacio Infantil.
    Fue comprado por una comunidad de jesuitas. FOTO Francisco Mejía / BPP
  • Miraflores, la matrona de las canchas de Medellín
  • Miraflores, la matrona de las canchas de Medellín
Cancha Miraflores, la más antigua de Medellín
16 de junio de 2019
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Ahí donde la ven, con sus áreas bien pintadas y con las cicatrices que deja una vida centenaria, esa cancha ostenta el récord de ser la más longeva y la matrona de matronas entre las más tradicionales de la ciudad.

Se llama Miraflores y creció con el barrio. Ahora está enclavada como un oasis en ese laberinto de casitas color ladrillo que se multiplicó por miles en la segunda mitad del siglo XX, en este caso en los márgenes de la quebrada Santa Elena, en el oriente.

Ahora que está grande le dio por ser de grama sintética, pero gran parte de su vida fue de arena. Arenilla que llaman en la Medellín del barrio y del desafío futbolero de cuadra contra cuadra.

Sin embargo, antes de que fuera tan pisada y tan celebrada, esta cancha de principios del siglo XX era una simple manga, un potrero donde pastaban vacas, propiedad del archimillonario Carlos Coriolano Amador, dueño de la mina El Zancudo de Titiribí, cuyas ganancias le permitieron abrir su propio banco y emitir billetes con su rostro.

Pitazo inicial

La historia del hato donde hoy está ubicada la cancha de Miraflores cambió cuando, en 1915, la comunidad de padres jesuitas acordó con don Coriolano la compra del terreno para establecer un campo deportivo asociado al proyecto educativo que estaba en curso.

Así lo reseña Luciano López Vélez, historiador de la Universidad de Antioquia, en su texto Detrás del balón: historia del fútbol en Medellín, al señalar a Miraflores como una de las semillas donde comenzó el fútbol amateur en el oriente de la ciudad.

“Miraflores se convirtió en un gran centro de formación de deportistas para la capital antioqueña, a juzgar por la cantidad de torneos que allí se desarrollaron. Su inauguración fue el domingo 28 de mayo de 1916”, relata.

El juego inaugural fue en un partido entre Antioquia y Sporting que terminó con un cerrado 1-0, según registró en su texto Luciano López.

En el evento hubo acto musical a cargo de la banda marcial del San Ignacio del Loyola, se vendió boletería y hubo un aforo completo para ver ese deporte de élite que se empezaba a masificar entre la creciente clase obrera paisa.

A pesar de que Medellín ostenta canchas barriales de tradición y que desbordan fútbol como las de La Floresta, La Maracaná (Castilla), Belén Las Playas o la de Campoamor, celebrar la vida de una cancha centenaria es un lujo que no se puede dar ningún otro barrio diferente a Miraflores en la capital antioqueña.

Quizás hubo canchas más antiguas como las del hipódromo San Fernando, en Itagüí, en predios donde hoy funciona la Central Mayorista, o El Bosque de la Independencia pero a todas las de esa época se las devoró la industrialización y la expansión urbana.

Miraflores, para el bien de la comuna 9 (Buenos Aires), se mantiene avante y la pelota aún rueda de día y de noche.

Anécdotas de cancha

Aurelio Jaramillo tiene 81 años. Fue por décadas el conserje de la cancha y en sus ratos libres era un defensa central con buena técnica y mal carácter, como los de vieja guardia.

Llegó siendo un niño de siete años a Miraflores, cuando las casas se contaban en los dedos de una mano, y en más de siete décadas el proyecto de la cancha se volvió algo tan suyo, que buena parte de los árboles sembrados alrededor de la zona son fruto del trabajo junto a los muchachos del barrio.

“Íbamos en un carrito hasta el Vivero Municipal a traer árboles y todos los muchachos del barrio ayudaban a sembrar. Fui como un hijo de este barrio y por eso todo el mundo me conoce, aquí se hicieron muchos de los futbolistas más grandes de la época como Turrón Álvarez, Caimán Sánchez, Gabriel Mejía, Chonto Gaviria”, recuerda.

En esos nombres de cracks de la época que jugaron y se formaron en Miraflores coincide John Jairo Estrada Villa, el popular Pechugo, quien además de pintor de brocha gorda fue en su momento un defensa central al que, por su técnica exquisita, lo comparaban con el Alemán Moncada.

“Llevo 50 años viviendo atrás de la cancha, en las casas de la quebrada Santa Elena. Esto antes era un rastrojo, había cancha pero de tierra. Ahora ha mejorado mucho. Llevo toda la vida ligado acá y me tocó ver partidos todos los que usted quiera. Aquí me encuentro con amigos, tertuliamos, tomamos café y recordamos grandes momentos. Es como el patio de mi casa”, anota.

Cancha Miraflores, la más antigua de Medellín

La cancha, espacio público

Juan Carlos Rodas es profesor universitario, columnista y un delantero centro consumado. Creció al otro lado de la ciudad, en un barrio del Occidente de Medellín, y allí vivió una infancia ligada al fútbol y a la vida en comunidad que le forjó el carácter y le enseñó mucho sobre valores como el respeto y la solidaridad.

“En Campoamor, por ejemplo, los hombres y mujeres que jugaban fútbol juntos comenzaron a construir la esperanza de un barrio mejor y todo lo resolvíamos a través de la pelota”, señala.

Rodas dice que el fútbol es democrático cuando se juega por jugar, que es un verbo humano, y que lo practica para sentir alegría y seguir conversando. “Luego el deporte se vincula con la publicidad, la política y otras disciplinas como el mercadeo, que han desvirtuado un poco eso que en la calle era una fiesta popular”, sostiene.

Con un césped más moderno, otros protagonistas en la cancha, indumentaria más refinada y algunos de los que llegaron y no se fueron nunca más del barrio presentes en las tribunas, la pelota sigue rodando luego de 103 años.

Solo eso basta para que haya motivos para celebrar otro aniversario más de la matrona de las canchas de la capital antioqueña.

1916
fue el año en el que el potrero se convirtió en campo de fútbol por los jesuitas.
Infográfico
66
años tiene el estadio Atanasio Girardot, el máximo escenario deportivo en Antioquia.
El empleo que busca está a un clic

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