Antioquia, tan líder como es en el país en muchos aspectos, tiene un registro que lejos de producir orgullo sería como para taparse la cara: es, de lejos, el departamento con más presuntos asesinatos de mujeres, según el Observatorio de Feminicidios.
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En el consolidado de 2024, de acuerdo con esa fuente, en el territorio nacional hubo 886 crímenes con mujeres muertas, y de ese total, la región puso 119, lo cual impresiona si se tiene en cuenta que Bogotá, segunda, tuvo 84, eso considerando que la primera contabiliza alrededor de siete millones de habitantes, contra ocho millones de la capital de la República.
El Observatorio resalta que el 42,8 % de los casos sucedieron en espacios de acceso público y 30% en las mismas viviendas, lo cual implica el sentimiento de que las mujeres no están seguras en los sitios que en teoría les debieran ofrecer mayor protección. Además, en el 39,5% de los casos los atacantes eran hombres conocidos.
¿Por qué Antioquia de primera?
Organizaciones que trabajan por la reivindicación de los derechos de las mujeres coinciden en señalar factores culturales y estructurales, además de otros que tienen que ver con la falta de eficacia de la Justicia y la insuficiencia de las medidas y programas que se han ideado para transformar esta realidad.
Patricia Uribe, presidenta de la Corporación Mujeres que Crean, recomienda leer La Casa de las Dos Palmas, donde Manuel Mejía Vallejo da claves esenciales sobre la cultura patriarcal y colonizadora paisa, o Los hijos de la gran diosa, donde Marta Cecilia Vélez mira cómo son las madres de los jóvenes sicarios, encontrando igualmente trazas de ese trasfondo machista por el que la mujer se convierte en una especie de objeto que le pertenece al hombre.
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Por eso los criminales se sienten autorizados a acabar con la vida de ellas si estas no se someten a su voluntad o si deciden abandonarlos, bajo el supuesto –bien repetido en muchos relatos de feminicidas– de que “si no es para mí no es para nadie”.
Esa misma filosofía ha tenido su vigencia en el contexto del conflicto armado colombiano, en el cual, según han señalado continuamente organizaciones de Derechos Humanos y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, el cuerpo femenino se convirtió en un botín de guerra, de suerte que muchas han sido maltratadas, esclavizadas para fines sexuales, violadas, desplazadas y asesinadas.
La directora del Observatorio de Feminicidios, Carol Rojas, apunta que 40 (33,6%) feminicidios los cometieron hombres que se movían en un ambiente militarista, por pertenecer a algún grupo armado legal o ilegal. En otros casos, aunque no hicieran parte de esas estructuras se trató de sujetos influenciados por las mismas lógicas y que se consiguieron un arma para atentar contra sus parejas o alguien de su entorno. Recuerda un episodio ocurrido en diciembre en Medellín, en que un hombre se disgustó con su hermana y en medio de la rabia apuñaló a la sobrina de 9 años.
Rojas señala igualmente que al lado de lo cultural juegan con igual intensidad las causas sociales estructurales, pues la mayoría de las víctimas son mujeres en estado de vulnerabilidad por ser pobres, negras, indígenas o con una opción sexual no binaria.
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Las cifras que maneja la Gobernación hablan de que en 2024 se cometieron en Antioquia 106 presuntos feminicidios, un guarismo mucho menor al antes dicho. La Secretaria de las Mujeres del Departamento, Carolina Lopera, calificó el seguimiento del Observatorio como “muy valioso” por tratarse de un esfuerzo de organizaciones de la sociedad civil y explicó que mientras los otros toman sus datos de distintas fuentes como testimonios y medios de comunicación, ellas se basan en estadísticas de la Policía. Y la cifra sería todavía menor si se toman solo los casos tipificados finalmente como feminicidio por la Fiscalía, que fueron 21.
Pero partiendo de esas cifras, la funcionaria ve como muy grave el fenómeno y suscribe las explicaciones causales dadas por el Observatorio y Mujeres que Crean.
No obstante, son de resaltar los esfuerzos que se han hecho para mejorar el acceso de las mujeres a la justicia y cambiar la mentalidad de la gente. Para empezar, está la Ley 1257 de 2008 que tipifica las violencias de género como delitos. Y unido a eso, la Fiscalía y la Policía han hecho cambios con el fin de atender mejor estos asuntos. La secretaria Lopera, por su parte, resalta la Línea 123 Mujer que nació en Medellín, luego se volvió metropolitana y ya está en los 125 municipios para denunciar.
Por esta vía, en 2024 hubo 3.978 atenciones efectivas a mujeres víctimas de violencias en el departamento.
Se cuenta también con los hogares de protección, a donde remiten a las mujeres que corren peligro, con sus familias. El año pasado por allí pasaron 512 personas, incluidas las mujeres vulneradas y sus círculos cercanos.
Otro mecanismo son las duplas territoriales (abogado y profesional social) que están asignadas por subregiones para facilitar acciones preventivas y educativas en los municipios.
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Sin embargo, Nidia Betancur, del Centro de Justicia para las Mujeres, critica que todavía la Justicia es esquiva para las mujeres maltratadas porque muchas veces van a denunciar a comisarías de familia u otras instituciones y no les dictan medidas de protección eficaces y oportunas. El complemento, dice, son las investigaciones que no llegan a ninguna parte o se archivan. Y el resultado puede ser la pérdida de confianza en la oficialidad, de manera que después no vuelven a acudir a las instancias del Estado; o peor aún, terminan muertas por feminicidas.
