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Almacén Sin Nombre: 85 años siendo la vitrina más recordada de Carabobo

Un peculiar almacén del Centro de Medellín se ha mantenido vigente durante más de ocho décadas. Pese a su reconocida popularidad son pocos los que conocen su historia.

  • En la primera imagen se observa el estado actual del Almacén Sin Nombre, mientras que la segunda foto da cuenta del mismo negocio hace 60 años atrás. FOTOs Camilo Suárez y Tomada de Historia fotográfica de Medellín
    En la primera imagen se observa el estado actual del Almacén Sin Nombre, mientras que la segunda foto da cuenta del mismo negocio hace 60 años atrás. FOTO s Camilo Suárez y Tomada de Historia fotográfica de Medellín
  • Hoy el Sin Nombre está compuesto por 27 modernos locales que ofrecen bisutería a sus clientes. FOTO: Camilo Suárez.
    Hoy el Sin Nombre está compuesto por 27 modernos locales que ofrecen bisutería a sus clientes. FOTO: Camilo Suárez.
  • Pieza publicitaria del Almacén Sin Nombre del año 1959. FOTO: EL COLOMBIANO.
    Pieza publicitaria del Almacén Sin Nombre del año 1959. FOTO: EL COLOMBIANO.
  • Con la peatonalización de la carrera Carabobo al Sin Nombre han llegado más clientes al almacén. FOTO: Camilo Suárez.
    Con la peatonalización de la carrera Carabobo al Sin Nombre han llegado más clientes al almacén. FOTO: Camilo Suárez.
25 de enero de 2023
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En los primeros metros del bullicioso paseo peatonal Carabobo, pese a su particular nombre que aún causa recordación entre los que más años llevan caminando esta ciudad, todavía asoma indiferente al paso del tiempo uno de los testigos mudos de la transformación del Centro.

El Almacén sin nombre es un edificio de cuatro plantas compuesto por un gran almacén de casi 190 metros cuadrados y tres pisos de bodegas que todavía conservan sus azulejos, sus pasamanos en hierro y madera, sus amplias ventanas y sus particulares rejas de seguridad.

La información de este espacio es más bien escasa, y hasta los eruditos que han dedicado toda una vida a resolver los vericuetos del corazón de Antioquia poco saben del particular espacio.

Aun así algunos comerciantes de Carabobo como José Arias indican que la edificación puede tener cerca de 80 años y habría sido una de las primeras destinadas al comercio en los albores del sector El Pedrero, como era conocido el corazón comercial de la ciudad a mediados del siglo XX. Esto lo confirman los recortes de prensa de la época que indican que el almacén se abrió en abril de 1939.

Sobre su nombre parece ser que apareció por un desacuerdo entre sus dueños originales que, ante el hecho de no hallar un nombre adecuado, decidieron dejarlo así, sin nombre.

Hoy el Sin Nombre está compuesto por 27 modernos locales que ofrecen bisutería a sus clientes. FOTO: Camilo Suárez.
Hoy el Sin Nombre está compuesto por 27 modernos locales que ofrecen bisutería a sus clientes. FOTO: Camilo Suárez.

“La gente no cree que el almacén se llama así, les parece raro, curioso. Es más, una vez me sucedió que me preguntaron que donde me recogían, yo les dije que en el Almacén Sin Nombre y se enojaron porque pensaron que estaba bromeando. Pero yo les decía que era en serio, que así se llama el almacén”, cuenta Vanesa Correa, una de las asesoras comerciales.

En sus inicios, el Sin Nombre vendía carne y hortalizas a sus visitantes de toda la ciudad que lo preferían por sus precios bajos. Gracias a su oferta, que para 1959 ya incluía la venta de útiles escolares, comenzó a codearse con otros icónicos almacenes por departamentos de la ciudad como El Ley, El Tía, El Kilo, el Éxito y el mítico Caravana, a los que les ha sobrevivido.

Aunque las brumas del tiempo hacen de las suyas, John Jairo Gómez –uno de los actuales propietarios del almacén– indicó que para la década de 1960 el edificio cambió de manos y fue comprado por un tío abuelo.

“El supermercado se convirtió en una serie de locales pequeños donde también se empezó a vender bisutería, que es lo que más se mueve ahora y que en parte le dio su popularidad”, apuntó.

De hecho, gracias a esa popularidad, en agosto de 1965 el entonces propietario Alonso Arango Echeverry anunció que una nueva sucursal del almacén se abriría en el barrio Santa Mónica. A la inauguración asistieron los miembros más selectos de la ciudad.

Para él, gracias al esfuerzo de almacenes como El Sin Nombre fue que Carabobo logró el auge que mantiene y que lo ha convertido, junto a El Hueco, en la vitrina de Medellín.

Pieza publicitaria del Almacén Sin Nombre del año 1959. FOTO: EL COLOMBIANO.
Pieza publicitaria del Almacén Sin Nombre del año 1959. FOTO: EL COLOMBIANO.

Tiempos de cambios

Una de las vendedoras del Sin Nombre, quien lleva allí más de 25 años, recordó que hombres como José Manuel Galeano y Javier Gil fueron algunos de los impulsores de esa segunda etapa del almacén hace más de 35 años. Por esas épocas este se volvió –de la mano de los administradores Antonio Mejía y Januario Cifuentes– en una especie de incipiente centro de comercio, cuando Carabobo era una de las principales vías de la ciudad en la que pasaban veloces los buses y los taxis.

“Acá se vendían carnes, se vendía revuelto, incluso había botonerías, zapaterías y hasta jugueterías. Aunque no había letrero, todo el mundo sabía donde quedaba. Incluso nosotros antes de conseguir el local veníamos desde Aranjuez a comprar las cosas acá. ¿Qué porqué veníamos hasta acá? ¡Cómo así, pues por barato!”, replicó la vendedora.

También recordó que con el paso del tiempo el sector se fue transformando y los locales comerciales alrededor comenzaron a desaparecer –tal vez por el deterioro que estaba teniendo el sector gracias a la proliferación de bares y casas de prostitución–, sin embargo, El Sin Nombre seguía allí atestiguando esa transformación del Centro tras la desaparición del viejo Guayaquil.

“Ya con los años y la peatonalización esto quedó muy bueno, porque así viene más gente, aunque a veces con el tema de la seguridad...”, añadió la vendedora con un dejo de queja.

Con la peatonalización de la carrera Carabobo al Sin Nombre han llegado más clientes al almacén. FOTO: Camilo Suárez.
Con la peatonalización de la carrera Carabobo al Sin Nombre han llegado más clientes al almacén. FOTO: Camilo Suárez.

¿Con espantos ajenos?

Ángel Carrascal es un hombre oriundo de Sincé, Sucre, que desde hace 10 años se ha convertido en uno de los encargados del Sin Nombre.

En su cuidado, Carrascal ha atestiguado parte de la última renovación del interior del almacén, que dio fin a la época de los tenderetes separados por lonas pasando a unos 27 modernos e iluminados locales donde aretas, pulseras, collares y diademas son el principal producto que cautiva a visitantes.

Y claro, como todo edificio viejo, Carrascal atestigua que durante las noches solitarias no falta el ruido extraño y antinatural que da cuenta de la presencia de alguna actividad paranormal. Correa lo apoya e indica que una teoría sobre los ruidos sería que en los locales cercanos hubiera muerto algún cliente y su alma se quedó anclada en el viejo almacén.

Aunque hoy el Sin Nombre conserva su importancia como punto especializado en la venta de bisutería, poco a poco integra la comercialización de otros elementos para satisfacer su clientela. Pero más allá de la transformación comercial, sus visitantes esperan que se siga conservando por el tiempo suficiente para averiguar qué nombre hubiera pegado en el Almacén Sin Nombre.

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