Desde hace unos diez años las empresas del mundo se han esmerado más por reportar al público su informe de sostenibilidad que los resultados financieros, pues entendieron que el consumidor prefiere comprarle a una empresa que es responsable con su entorno y con las personas que a una que genera gran riqueza, así que la sostenibilidad se ha convertido en un tema central en la agenda empresarial.
La pandemia y, más recientemente, la invasión rusa a Ucrania han puesto aún más presión en las empresas para que en su afán en producir no hagan daño, y aunque hasta ahora no es tan factible llegar a una producción inocua, todos los esfuerzos están dados en mitigar los impactos ambientales y sociales que puedan darse mientras se producen y fabrican los millones de productos que la humanidad consume día a día.
Y es que el panorama es muy preocupante, la ONU calcula que, en caso de que la población mundial alcance los 9.600 millones de personas en 2050, como se viene estimando, se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales.
El derroche y la obsolescencia programada hacen lo suyo: cada año, un tercio de toda la comida producida (el equivalente a 1.300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares) acaba pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes.
Por eso, el llamado de la ONU, al establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, fue a “hacer más y mejor con menos”, desvinculando el crecimiento económico de la degradación medioambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles. Algo tan sencillo: si todo el mundo cambiara sus bombillas a unas eficientes, se ahorrarían 120.000 millones de dólares estadounidenses al año.
Más allá de los científicos, hay una apuesta empresarial
De acuerdo con Francois Millet, director general y jefe de estrategia de ESG e Innovación en Lyxor ETF, “la pandemia nos hizo darnos cuenta de que los seres humanos somos extremadamente dependientes de los sistemas naturales. Muchos inversionistas trabajan ahora con la convicción generalizada de que el clima y las desigualdades exponenciales son riesgos importantes, y que la mitigación de estos riesgos y la construcción de un mundo más inclusivo y resistente con un enfoque a largo plazo, es una condición previa para la estabilidad financiera”.
Millet mencionó, por ejemplo, que las inversiones en ESG captaron más del 50 % de las entradas netas de capital a los fondos cotizados en bolsa (ETFs) en Europa en 2021, lo que compensó con creces la influencia negativa de la posición oficial de Estados Unidos sobre el Acuerdo de París en ese momento. “Pero es estupendo ver que Estados Unidos, que produce alrededor del 15 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, se reincorpore al Acuerdo. Este nuevo compromiso con las iniciativas climáticas debería reforzar la transformación ESG que ya está en marcha y hacer que el Acuerdo de París sea más fuerte que nunca”.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos por las Naciones Unidas, son una hoja de ruta integral para abordar los desafíos más urgentes que enfrenta nuestro planeta. Estos objetivos cubren una amplia gama de temas, como la pobreza, el hambre, la igualdad de género, la energía limpia y el consumo responsable. Las empresas que integran estos objetivos en sus estrategias y operaciones están demostrando su compromiso con un futuro más sostenible y generando un impacto positivo en la sociedad.
En este contexto, las metas de cambio climático juegan un papel esencial. La Organización Meteorológica Mundial declaró 2023 como el año más caluroso jamás registrado. Una semana después, el Proyecto Global de Carbono compartió noticias más desalentadoras: que a pesar de las promesas globales de reducir las emisiones, los gases de efecto invernadero provenientes de los combustibles fósiles volvieron a alcanzar un nivel récord el año pasado.
Con la creciente preocupación por el calentamiento global y sus efectos devastadores, las empresas están adoptando medidas para reducir sus emisiones de carbono y minimizar su huella ambiental. La transición hacia una economía baja en carbono implica invertir en energías renovables, mejorar la eficiencia energética y promover prácticas empresariales responsables desde el punto de vista ambiental. Las empresas que lideran este cambio están posicionándose como pioneras y se benefician de una mayor resiliencia y ventaja competitiva a largo plazo.
Empresas buscan mediciones más transparentes
Un indicador clave para evaluar el desempeño sostenible de las empresas es el índice Dow Jones de Sostenibilidad. Este índice, creado por S&P Dow Jones Indice, evalúa el rendimiento de las empresas en términos de sostenibilidad económica, ambiental y social. Las empresas que son incluidas en este índice demuestran su compromiso con la sostenibilidad a través de la adopción de prácticas empresariales responsables y la integración de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) en su estrategia de negocio.
El índice Dow Jones de Sostenibilidad Global no solo ofrece a las empresas una herramienta para medir y mejorar su desempeño sostenible, sino que también proporciona una señal clara a los inversores y consumidores. Cada vez más, los inversores están integrando consideraciones ESG en sus decisiones de inversión, buscando empresas que gestionen de manera responsable los riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad. Del mismo modo, los consumidores están optando por marcas que sean social y ambientalmente responsables. Las empresas que se enfocan en la sostenibilidad pueden construir relaciones sólidas con sus grupos de interés y fortalecer su reputación.
Estados Unidos tiene la mitad de las empresas de dicho índice, del cual las más destacadas son las gigantes tecnológicas Microsoft y Google y la de la industria Taiwan Semiconductor Manufacturing Co Ltd. Colombia apenas pesa el 0,1 % del Dow Jones de Sostenibilidad Global, allí figuran TGI, Cementos Argos y Ecopetrol.
Otras mediciones importantes para entender el alcance de los esfuerzos de las empresas han surgido en el mundo: Global 100, realizado por Corporate Knights, es un ranking que mide las 100 empresas más sostenibles del mundo, para lo cual se basa en una evaluación rigurosa de más de 6.000 empresas que cotizan en bolsa con ingresos superiores a los 1.000 millones de dólares estadounidenses.
“Cuando lanzamos el Global 100 en 2005, la economía verde era una idea curiosa. Muchas empresas no publicaron informes de sostenibilidad internos. No había indicadores clave de desempeño estandarizados y ninguna de las empresas informaba el porcentaje de sus ingresos o inversiones que eran ecológicos”, dijo el cofundador y director ejecutivo de Corporate Knights, Toby Heaps. “Hicimos el mejor trabajo posible con una divulgación corporativa cualitativa limitada”.
“Ahora podemos medir esta exposición a los negocios verdes para la mayoría de las empresas y podemos contar las inversiones verdes anuales que ascienden a billones, creciendo seis veces más rápido que la economía en general”, agregó Heaps.
En el ranking Global 100 de 2024, las empresas mejor clasificadas asignaron el 55 % de sus inversiones a proyectos sostenibles, frente al 47 % del año anterior. El aumento de la inversión sostenible es una buena señal de que las empresas están cambiando de rumbo.
Dos empresas australianas, Sims Ltd. y Brambles Ltd., encabezan el ranking de 2024. Sims, la empresa número uno de este año, recicla chatarra en 30 países y Brambles alquila paletas y contenedores reutilizables en todo el mundo. Ambas empresas obtienen una puntuación del 100 % en ingresos e inversiones sostenibles.
Los consumidores cada vez son más responsables
Y si las empresas están haciendo esfuerzos por ser más responsables con el entorno, los consumidores también y los están premiando por eso, valorando mucho más que las empresas estén alineadas con sus valores y preocupaciones. Se preocupan por el impacto ambiental de los productos, la ética laboral, la transparencia en la cadena de suministro y el compromiso social. Las empresas que se adaptan a estos cambios y responden a las demandas del consumidor están obteniendo beneficios significativos, como la lealtad del cliente, la diferenciación en el mercado y la reputación positiva.
Un reciente estudio de Boston Consulting Group en Latinoamérica, titulado Sustentabilidad en las empresas como oportunidad de negocio: clientes y empleados lo demandan, dio cuenta de que el 71 % de las personas en la región consideran la sustentabilidad como un tema relevante en su día a día, y en Colombia dicho dato fue aún mayor: 76 %.
Así mismo, entre un 50 % y un 70 % de los encuestados dijeron que estaban dispuestos a pagar más por un producto o servicio más sustentable, dependiendo de la industria y el producto.
Por ejemplo, la mitad de los consultados en la región y un poco más —52 %—en Colombia afirmó que “está de acuerdo” o “muy de acuerdo” con la afirmación “estaría dispuesto a abrir una cuenta o pedir un préstamo con un banco distinto a mi principal si este tiene un compromiso de disminuir sus emisiones de carbono”.
Y este tipo de decisiones se da incluso en la canasta básica, pues el 57 % de las personas dicen estar dispuestas a pagar más por carne de res y el 58 % por leche entera, cuyos productores compensen sus emisiones de gases de efecto invernadero. Además, el 14 % está dispuesto a pagar un precio un 20 % superior o más por carne de res y leche entera de productores que compensen o disminuyan sus emisiones.
Así que la sostenibilidad en las empresas no es solo una tendencia, es una necesidad urgente que permea a todos los sectores productivos. La adopción de prácticas sostenibles no solo protege el medio ambiente y promueve la justicia social, sino que también brinda beneficios económicos a largo plazo. Las empresas que se comprometen con la sostenibilidad son más resilientes frente a los riesgos y aprovechan nuevas oportunidades de negocio en una economía cada vez más consciente