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Un italiano, el restaurante más antiguo de Medellín: este es el top de los más icónicos

Podestá es manejado desde 1958 por Adolfo Podestá, mientras que Versalles abrió sus puertas hace 63 años.

  • Podestá y Versalles son los restaurantes con más antigüedad en Medellín. FOTO Cortesía
    Podestá y Versalles son los restaurantes con más antigüedad en Medellín. FOTO Cortesía
  • Imagen del restaurante Podestá, ubicado en el Mall Indiana, en Las Palmas. FOTO Cortesía
    Imagen del restaurante Podestá, ubicado en el Mall Indiana, en Las Palmas. FOTO Cortesía
  • Imagen del tradicional restaurante Versalles, en el Pasaje Junín, en el Centro de Medellín. Foto: Carlos Velásquez.
    Imagen del tradicional restaurante Versalles, en el Pasaje Junín, en el Centro de Medellín. Foto: Carlos Velásquez.
  • Imagen de El Rancherito, que nació al borde la carretera Caldas-Amagá Foto: Juan Antonio Sánchez
    Imagen de El Rancherito, que nació al borde la carretera Caldas-Amagá Foto: Juan Antonio Sánchez
  • Imagen del tradicional plato, insignia de Mondongos. Foto: Camilo Suárez Echeverry
    Imagen del tradicional plato, insignia de Mondongos. Foto: Camilo Suárez Echeverry
  • Imagen de Hatoviejo, en la sede de Las Palmas, justo donde nació. FOTO Cortesía
    Imagen de Hatoviejo, en la sede de Las Palmas, justo donde nació. FOTO Cortesía
12 de enero de 2024
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En el restaurante más antiguo de Medellín no venden ni frijoles ni arepas ni chicharrón, la comida tradicional de la región.

En su defecto ofrecen pasta, raviolis y ternera. Se trata de Podestá, que nació hace 66 años en todo el centro de la ciudad y que hoy está en el Mall Indiana, en Las Palmas, donde al igual que en 1958 es atendido por su propietario, don Adolfo Podestá.

En esa lista de los más icónicos de la ciudad, los que más tiempo llevan abiertos, también aparecen Versalles, El Rancherito, Hatoviejo, Mondongos y Donde Bupos, entre otros tantos.

La tradición no solo la da la antigüedad, sino la calidad de sus cocinas, la atención y el arraigo que tienen entre sus comensales.

Estas son las historias de cómo nacieron y cómo han logrado permanecer abiertos durante más de seis décadas:

1. Podestá

Imagen del restaurante Podestá, ubicado en el Mall Indiana, en Las Palmas. FOTO Cortesía
Imagen del restaurante Podestá, ubicado en el Mall Indiana, en Las Palmas. FOTO Cortesía

Esta historia nació en 1958, hace ya 66 años, en una vieja casona en la calle Maracaibo, en el corazón del centro de Medellín, donde estaba anclado el Grill Piemonte.

Hasta allí llegó Adolfo Podestá, un músico italiano que tres años antes había llegado a Colombia para integrar la naciente Orquesta Sinfónica de Manizales y que en ese entonces ya estaba radicado en Medellín.

“Acá mi papá conoció a otro italiano, que era el dueño del lugar, que se iba a vivir a México y le ofreció el restaurante, y me padre se lo compró”, relata Daniela Podestá.

Aunque el sitio tuvo el nombre de Piemonte hasta 1989, desde que don Adolfo asumió el control “toda la gente decía ‘vamos para donde Podestá’”, reitera Daniela.

De Maracaibo pasaron a otra casa en la avenida La Playa y posteriormente a El Poblado, justo al lado del edificio Almagrán. En ese mismo sector también estuvieron en los lotes y residencias donde hoy están los edificios Milla de Oro y el hotel Dann Carlton.

Dice Daniela Podestá que curiosamente casi siempre les ha tocado moverse por obras de ampliación de las vías.

También habitaron una casa finca en la Transversal Inferior con Los Balsos, donde hoy es el supermercado La Vaquita; en la loma Los Parra y desde 2011 están en el Mall Indiana, en Las Palma.

Hoy, a sus 94 años, don Adolfo está todos los días en el restaurante, atiende mesas, da recomendaciones, saluda y se despide de cada uno de los comensales.

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Música y comida

A la hora de enumerar los platos insignias de Podestá, Daniela comienza con el osobuco de ternera “que es mucho más tierno que el de cerdo, que es el que ofrece casi todo el mundo”.

En sus recomendaciones también están las pastas rellenas y el trío de raviolis”, cada uno con rellenos y salsas diferentes”.

¿Y los precios? Hay entradas de 35.000 a 65.000 pesos y platos fuertes de 45.000 (pastas) hasta 85.000 pesos (mariscos).

En Podestá, fiel a una de las grandes pasiones de don Adolfo, no falta la música. En el restaurante hay piano, violín y saxofón para acompañar la comida de los comensales.

2. Versalles

Imagen del tradicional restaurante Versalles, en el Pasaje Junín, en el Centro de Medellín. Foto: Carlos Velásquez.
Imagen del tradicional restaurante Versalles, en el Pasaje Junín, en el Centro de Medellín. Foto: Carlos Velásquez.

A Leonardo Nieto el médico le recomendó tomarse un descanso, porque su salud estaba bastante afectada tras el intenso trabajo en los dos restaurantes que tenía en Buenos Aires, Argentina.

“Él siempre quiso venir a Medellín para conocer la ciudad en la que murió Gardel y esa fue la excusa para venir, estando acá se enamoró y se quedó por siempre”, recuerda Marcela Nieto, una de las hijas del ya fallecido fundador.

Marcela recuerda que una vez de paseo por Junín y tras tomar el algo en el Ástor cruzaron por el frente de Versalles, que en ese entonces era un restaurante de unos catalanes que lo estaban vendiendo y don Leonardo lo terminó comprando.

Eso fue el 15 de agosto de 1961, hace 63 años.

“Su idea era recrear los bares y confiterías porteñas (de Buenos Aires, Argentina), un sitio para que la gente fuera conversar”, recuerda Marcela.

Rápidamente, Versalles se convirtió en el lugar de encuentro de los nadaistas, liderados por Gonzalo Arango, y de los futbolistas argentinos que en la década de los 60, 70 y los 80 llegaron a jugar en Atlético Nacional e Independiente Medellín.

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“Mi papá fue el que trajo a Oswaldo Zubeldía, se conocían de jóvenes y fue el que lo recomendó como técnico para Nacional”, dice Marcela.

Las primeras grandes novedades que impuso Versalles fue servir el café desde una tetera, el pan recién horneado para acompañar las comidas y la mantequilla en platico, costumbres muy de Buenos Aires.

La historia de las famosas empanadas argentinas, con las que casi todo el mundo identifica el restaurante, es que la receta original no gustó en Medellín, por la masa, entonces decidieron hacerlas con hojaldre y se convirtieron en todo un éxito.

Marcela cuenta, en medio de risas, que los argentinos que los visitan les reclaman porque así no es la receta original.

Entre los platos más pedido están también las empanadas chilenas y el menú para el almuerzo. “También se vende mucho el churrasco, las milanesas y todo lo relacionado con la repostería argentina”, dice la hija de don Leonardo.

3. El Rancherito

Imagen de El Rancherito, que nació al borde la carretera Caldas-Amagá Foto: Juan Antonio Sánchez
Imagen de El Rancherito, que nació al borde la carretera Caldas-Amagá Foto: Juan Antonio Sánchez

Esta historia nació hace 49 años (1975) a la orilla de la carretera que va de los municipios de Caldas a Amagá, cuando Mary Noreña comenzó a vender buñuelos, empanadas, arepas de chócolo y pasteles de pollo que ella misma preparaba.

“El Rancherito, en su arranque fue una ramada y un fogón de leña donde se hacía deliciosa comida típica antioqueña con un sabor único, sabor a casa”, recuerda Nora Alzate Noreña, hija de la fundadora.

Luego de cinco años de intenso trabajo lograron abrir sedes en Copacabana y Guarne. Hoy ya son nueve restaurantes, incluidos dos dentro de los centros comerciales Los Molinos y Viva Envigado.

Lograron sobrevivir a la zozobra que se creó con la violencia en las carreteras, que obligó a muchos viajeros a quedarse en casa. Hoy genera 500 empleos directos y 250 indirectos.

Su menú va desde platos típicos, cazuelas, preparaciones con cerdo (el chicharrón está en el top 5 de los recomendados por Tulio Zuloaga), pollo, pescado y carne de res.

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4. Mondongos

Imagen del tradicional plato, insignia de Mondongos. Foto: Camilo Suárez Echeverry
Imagen del tradicional plato, insignia de Mondongos. Foto: Camilo Suárez Echeverry

El 9 de octubre de 1976, en la calle San Juan, se inauguró la exitosa marca Mondongos, en un local con capacidad no superior a 20 personas.

La historia cuenta que el día de la apertura, a los dueños se les ocurrió regalar el plato de mondongo a los transeúntes.

Un italiano es el restaurante más antiguo de Medellín

Este es un top con algunos de los restaurantes con más tradición e historia en la capital antioqueña. El primero data del año 1958 y siempre ha conservado su esencia.

El segundo punto de venta surgió cuatro años después, en la carrera 70. Hoy la cadena cuenta con dos locales en Medellín (el de 70 y otro la calle 10, en El Poblado) y uno en Miami.

Aunque el plato obligado es el Mondongo, que va con aguacate, banano, limón, cilantro, ají picante, ají dulce, arroz y arepa, por 50.000 pesos, los comensales también encuentran cazuela de lentejas y el típico antioqueño con chicharrón y carne en polvo.

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5. Hatoviejo

Imagen de Hatoviejo, en la sede de Las Palmas, justo donde nació. FOTO Cortesía
Imagen de Hatoviejo, en la sede de Las Palmas, justo donde nació. FOTO Cortesía

Cuando la avenida Las Palmas estaba llena de potreros y el Hotel Intercontinental apenas abría sus puertas a los turistas, cuatro arquitectos (Jaime Isaza, César Valencia, Jorge Velásquez y Juan Guillermo Jaramillo), decidieron apostarle a un restaurante de comidas típicas y asados.

Han pasado 42 años desde entonces y Hatoviejo no solo sigue en el lugar que nació, sino que se extendió por la ciudad.

“Un año después abrieron en el Centro, en el edificio Los Cámbulos y de ahí pasaron a la sede actual, en la esquina de La Playa con Sucre. En 2000 abrimos en el centro comercial Oviedo y desde 2018 estamos en Viva Envigado”, cuenta Pedro Isaza, gerente de la cadena, y sin dudar dice que la bandeja paisa es la reina de la carta (por 52.600 pesos).

“Somos ejemplo de la cultura antioqueña, de la amabilidad, la empatía, queremos que nuestros comensales se sientan en casa o en la finca de la abuela”, cuenta el gerente, descendiente directo de uno de los fundadores.

Como dato curioso dice que Hatoviejo fue el primer restaurante en Colombia donde se usaron la planchas metálicas para servir las carnes en la mesa.

Recalca que en semana son muy visitados por ejecutivos y empresarios y los fines de semana por las familias.

“Para los turistas es tan tradicional ir al Pueblito Paisa y a la Plaza Botero como ir a comer a Hatoviejo”.

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Destaca que Hatoviejo no se quedó en el tiempo con los hábitos de consumo, “tenemos una cazuela vegetariana, platos más ligeros para la cena, desayunos, ofrecemos domicilios y take away; todo esto para podernos acercarnos a lo que el consumidor de hoy necesita”.

Bonus Track

Donde Bupos

Esta historia inició hace 27 años, en 1997, a bordo de un planchón en la bahía de Sispatá, donde Miguel Winograd, un paisa de origen polaco, tenía un bar y una cocina.

Relata que las cosas comenzaron a ir tan bien, que surgió la necesidad de abrir el restaurante en Medellín.

Primero estuvieron en Laureles, sobre la carrera 74, donde permanecieron cuatro años, y de ahí se fueron a la avenida El Poblado, cerca al Centro automotriz, donde estuvieron hasta el 2000.

“En plena pandemia adecuamos un local en el centro comercial Vizcaya, mucho más moderno, fresco y novedoso, con toda la esencia de Bupos”.

A la hora de hablar de los platos bandera del restaurante, Bupos (apodo que Miguel mismo se puso de niño) menciona la paella. “La de los españoles es arroz con un poquito de marisco, la nuestra es mariscos con un poquito de arroz”.

En la lista de recomendados también está el pargo rojo lunarejo (entero y frito), la centolla real, que se sirve en la concha del cangrejo, los ceviches y filetes de róbalo.

Los precios van para las entradas de 25.000 a 40.000 pesos y los platos fuertes de 55.000 (pescados) hasta langostas de 100.000 pesos.

“El 80 % es pesca propia, el producto que se sirve en la mesa no tiene más de 72 horas de haberse pescado”, dice Bupos, que añade que igualmente los vegetales que se sirven en la mesa son cultivados en una finca en Rionegro.

Acerca de la vigencia del restaurante, Bupos cita tres claves: la calidad del producto, la disciplina y “que yo y mi señora siempre estamos ahí poniendo el pecho, nosotros no tenemos clientes, sino amigos”.

Otros restaurantes con historia

En la lista de los restaurantes con tradición en la ciudad no pueden faltar otros tan importantes como Frutos del Mar, en el barrio Manila, en la carrera 43 B # 11 – 51, y que fue fundado por el portugués Inácio María, está abierto desde el año 1980. Es uno de los íconos del sector y pionero de la llamada Calle de la Buena Mesa.

“Nuestro restaurante es considerado como patrimonio gastronómico gracias a su historia y tradición, en un ambiente agradable y cómodo, ideal para compartir con amigos y familiares”, destacan en su página web.

Otro de ellos es Doña Rosa, que nació en todo el Alto de Las Palmas y que suma 37 años en el mercado, ya con varias sucursales. Su especialidad es la comida típica y los asados.

(*) Si conoce restaurantes que se puedan incluir en esta lista, escríbanos a jaimea@elcolombiano.com.co para contar sus historias

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