Reír con los compañeros de clase mirándose a los ojos, hacerse preguntas en voz baja, correr, jugar y compartir son actividades que resultan fundamentales en el desarrollo integral de los menores de edad.
El contexto de la pandemia causada por el covid-19 modificó durante más de un año la forma en que los niños se relacionaban entre sí. Por eso, en opinión del psicólogo infantil y juvenil Samuel Taborda Ríos, el retorno a clases presenciales ya resulta necesario: “Las escuelas cumplen una función muy importante en cuanto a logros educativos, salud y bienestar de los niños”.
Agrega que incluso las instituciones educativas pueden desempeñar una función clave en desacelerar la propagación del virus, por ejemplo, ayudándoles a introyectar las normas de autocuidado. “La virtualidad fue de gran ayuda, pero la realidad nos lleva a no poder aplazar más en pro de su bienestar mental”.
Según el Instituto Colombiano de Neurociencias, para el primer período de 2020 (momento en el que inició el aislamiento preventivo en el país), de una muestra de 651 hogares (1.044 niños) un 41 % presentó problemas para dormir y un 36 % empezó a contestar fuerte o grosero. “Durante el confinamiento ellos están en riesgo de desarrollar Trastorno por Estrés Agudo, Trastorno por Estrés Postraumático, Depresión y Ansiedad”, afirma el Instituto.
Este martes 6 de julio, según informó la Secretaría de Educación de Antioquia, 473.014 estudiantes regresaron a modalidad presencial o de alternancia en las instituciones educativas oficiales del departamento (a excepción de algunas del Valle de Aburrá que iniciarán el 12 de julio). Así, para asumir de la mejor forma el retorno a clases, EL COLOMBIANO conversó con expertos que le ofrecen herramientas y recomendaciones.
El primer paso
En caso de que su hijo (o el menor de edad que tenga a cargo) no haya retomado aún las clases, asegúrese de confirmarle con anterioridad el regreso. “Es probable que los niños hayan estado al tanto de lo que se dice en el colegio y en los medios de comunicación, por eso se trataría solo de una confirmación de la noticia”, afirma la psicóloga María Teresa Gómez, de la IPS CES Sabaneta. Lo importante, añade, es explicarle (según lo establecido por cada institución y la familia) si se tratará de un regreso total, o si será en alternancia y el porqué.
En cualquier caso es importante anunciarles con tiempo, además de empezar a adaptar las rutinas que se habían modificado por la virtualidad. Para este punto, Claudia Patricia Quintero, psiquiatra infantil y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, recomienda levantarlos un poco más temprano, planear una actividad para la mañana, después de desayunar, y otra para la tarde, después de almorzar. “Para ajustar la hora de ir a dormir es recomendable tener un ritual, por ejemplo, primero me cepillo, me pongo la pijama y leemos un cuento”, algo que se repita todos los días.
Será fundamental que vigile el tono de su voz y los sentimientos. “Hay que hablarles con seguridad y tranquilidad, explicarles que hay que cuidarnos del covid, pero que ya es hora de regresar al colegio. Darles la tranquilidad de que les irá bien”.
Su hijo no quiere regresar
La clave será concertar. En caso de que el niño no desee volver a clases presenciales y se muestre reacio, hay que mostrarse seguro y evitar que tengan acceso a información que no es apta para ellos. “Si está muy ansioso y a pesar de que le muestro seguridad no quiere volver, sería importante comunicarlo al colegio para que estén atentos. Hay que estar muy en comunicación con los profes, ellos pueden ayudar en esa transición”, precisa Quintero.
Los niños podrán sentirse nerviosos, especialmente si hay cambios con respecto al año anterior (una nueva escuela, nuevos maestros, nuevos compañeros), dice el psicólogo Taborda. Para estos casos será clave identificar si hay temor, tristeza o ansiedad, y cuál es la causa específica para buscar una solución. No hay que ridiculizarlos o juzgarlos. “Estos sentimientos no se reflejan como en los adultos. Ellos se ponen rebeldes o presentan cambios drásticos de comportamiento”, dice Gómez sugiriendo además que, si son emociones que persisten, deberá buscarse acompañamiento profesional.
Así mismo, si el niño presenta problemas para dormir, pesadillas, se altera su patrón de comidas, no juega o está de mal genio todo el tiempo, deberá buscarse asesoría. “Ahí ya estaríamos hablando de que no es un susto normal o natural, sino que podría estar pasando algo más”, añade la doctora Quintero.
Más que feliz por regresar
Si tanto los padres como los niños están emocionados por el regreso presencial, la situación será sencilla. Sin embargo, en caso de que el niño desee volver y papá y mamá tengan temor, será muy importante llegar a consensos. “Hay que evitar catastrofizar, solo explicar: no nos sentimos seguros”, explica Gómez. Habrá que concertar y reforzar (esto para todos los casos) que si se asiste deberán mantener tres medidas: lavado constante de manos, uso correcto del tapabocas y distanciamiento físico.
Según las expertas, es probable que lo más frecuente sea que estén contentos por volver. Quintero afirma: “Solo aquellos que son tímidos podrían sentir que saldrán de su zona de confort”, casos ante los cuales se debe tener en cuenta las recomendaciones y signos de alerta mencionados.
En definitiva, y ante todos los escenarios, siempre será fundamental la relación y la confianza entre padres y profesores. “Habrá una solidaridad colectiva respecto al autocuidado, confianza en que cada adulto está cumpliendo con las normas y que se las han enseñado a sus hijos”, concluye Taborda.
Socializar
Jugar con los amigos, compartir, aprender a perdonar y trabajar en equipo son actividades que hacen parte de las etapas del desarrollo social. “Necesitan de esos entornos para desarrollarse. Estar solos en casa con los adultos puede llevarlos a tener síntomas de depresión o ansiedad”, señala Quintero.
El juego cumple un papel sustancial en sus vidas, continúa la psicóloga Gómez, pues es a través de él que socializan. “A veces los papás piensan que jugar es solo jugar, pero no. Es aprender sobre cooperación, ayudar al amiguito que se aporreó, una cantidad de situaciones que le permiten al niño distraerse, pero al mismo tiempo aprender”.
Practique con ellos
Los tres expertos consultados coinciden en que hay que practicar las medidas de cuidado: distanciamiento físico, lavado de manos y uso correcto del tapabocas.
Al salir a otros espacios o incluso en el mismo hogar puede observar cómo lo hacen. Se trata, sobre todo, de darles la confianza. “Si tienen la oportunidad de bajar al parquecito y jugar con otros, el papá o la mamá pueden estar pendientes, no para regañarlo, sino para recordarle. Deben aprender a interactuar porque no sabemos esto hasta cuándo va a durar”, dice Gómez.
Otra opción es acudir a juegos de roles en los que cada integrante de la familia sea un personaje de los que el niño se encuentra en el colegio, así, explica Taborda, “será posible minimizar las anticipaciones negativas que puedan tener por pensamientos automáticos”. Este ejercicio deberá hacerse con cuidado, sin llegar a atemorizar. “Que sea un momento lúdico y creativo, sino podría generarle más miedos”.
Finalmente, deberán implementarse refuerzos positivos (felicitarlos) cuando estén llevando a cabo de forma correcta las actividades de autocuidado. De ahora en adelante lo más importante será trabajar en equipo, desde la confianza y el ejemplo: familia, niños y docentes.