Con fama de cazadores solitarios, poco amantes de andar en compañía, solo reunidos para el cortejo o conflicto territorial. Eso se decía de los pumas. Pero ¿son así en verdad?
No. Un estudio acaba de demostrar, por primera vez, que después de todo no son antisociales, o, mejor, son más sociales de lo que se creía.
La investigación, que apareció en Science Advances, reveló la tolerancia de los pumas (Puma concolor) para compartir el alimento, una conducta adaptativa que sugiere que tienen estrategias de relacionamiento similares a las de los animales más sociales.
Una tolerancia, escribieron los autores, caracterizada por la reciprocidad, estableciendo un beneficio para los individuos que participan de ese comportamiento.
Las interacciones más comunes, dijo a EL COLOMBIANO Mark Elbroch, de Panthera, y uno de los autores del estudio, se dan entre macho y hembra, seguidas de las de hembra-hembra. Entre machos son más raras.
Este hallazgo no solo tiene implicaciones en cuanto al conocimiento de la especie misma, sino para los programas de protección y conservación. El puma tiene amplia dispersión en el continente americano, siendo común en diferentes regiones de Colombia y Antioquia, donde cada vez pierde más su hábitat.
También lleva a preguntarse si es una conducta extendida a otros grandes carnívoros. Para los investigadores dos situaciones sugerían que podría existir una mayor relación entre individuos, lo que se confirmó con la investigación.
Explicaciones
La primera es que con frecuencia cazan presas mucho más grandes que ellos; se les dificulta comer solos. El exceso de comida reduce el costo asociado a estar cerca de otro conespecífico (individuo de la misma especie).
La segunda es que como los pumas pueden vivir entre 8 y 13 años, su ciclo vital incrementa las oportunidades de interacciones sociales. Estas son claves para desarrollar estrategias sociales complejas.
Aunque habría que investigarlo, Elbroch cree que ese comportamiento social podría darse en las distintas poblaciones de pumas en el continente, pero solo en áreas donde cacen presas grandes. “No sé qué cazan en Colombia, pero espero que también estén compartiendo su comida”.
Para el estudio, Elbroch y colegas marcaron 13 pumas con rastreadores GPS y usaron videocámaras accionadas con movimiento en los sitios de alimentación en Wyoming, Estados Unidos, de abril de 2012 a marzo de 2015, con el fin de reunir datos sobre interacciones y fuentes de alimentos.
A cada interacción le asignaron la distinción de ‘dador’ o ‘receptor’ a cada puma, con el objeto de poder examinar estrategias sociales como reciprocidad.
Vieron que el puma ‘dador’ exhibía tolerancia al receptor si este visitaba una presa muerta por el ‘dador’ y los dos se alimentaban de ella, una reciprocidad vista entre dos pumas que habitaban la misma área, lo que sugiere que a mayor superposición de territorio entre dos individuos, mayor probabilidad de conexión.
Los pumas más viejos eran más tolerantes y los machos se beneficiaban más de la tolerancia de la que demostraban.
Es el comienzo. Elbroch explicó que hay que estudiar en un contexto donde haya mayor o menor abundancia de comida y de pumas. Por ahora se cae el mito de que el puma pasa su vida en soledad.