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Un festival para las aves de la ciudad, prográmese

El 14 de octubre inicia la séptima edición del festival que les hace homenaje. Conózcalas.

  • Piranga abejera (Piranga Rubra) en Santa Elena. FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.
    Piranga abejera (Piranga Rubra) en Santa Elena. FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.
10 de octubre de 2021
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Caminar mirando al suelo puede ser una mala idea si no quiere perderse la oportunidad de ver a una de las 509 especies de aves que habitan el Valle de Aburrá. Según información de Corantioquia, en conjunto representan el 5% del total de la población de aves del mundo, siendo esta una de las tasas más altas.

“Muy pocas personas se detienen a mirar qué hay en las ramas de los árboles cercanos”, dice Carlos Iván Restrepo Jaramillo, director ejecutivo de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO), “no saben que hay unas aves hermosas y pierden la oportunidad de reconocerlas”.

Anualmente esta asociación, sin ánimo de lucro y con más 35 años de historia, organiza el Festival de las Aves de Medellín. Su séptima edición irá del 14 al 18 de octubre, contará con salidas de observación, talleres y exposiciones (ver recuadro). “La idea es que los asistentes se acerquen, las conozcan y comprendan su importancia. Si ellas no estuvieran aquí, nosotros como humanos tampoco lo estaríamos”. Para conocer la programación completa visite su página de Facebook (Saoantioquia).

¿Por qué aquí y no allá?

Entre los siete cerros tutelares del Valle de Aburrá las aves se desplazan en busca de alimento y refugio. “Aquí no hay reservas de miles de hectáreas o grandes zonas protegidas (en comparación con ciudades como Manizales o Bogotá)”, señala Ramón David Ruíz, ornitólogo de la SAO, “sin embargo, contamos con remanentes de bosques y los cerros tutelares que son áreas de conectividad muy importantes para ellas”.

A diferencia de otros animales, como tigrillos, mapaches y pumas, tienen una ventaja: vuelan. Pueden moverse sin dificultad entre estas zonas, aunque estén alejadas unas de otras. Además, continúa Ruiz, tienden a ser muy resilientes, aprovechan cada espacio verde de la ciudad como los parques.

Vinculadas al espacio

No todas habitan los mismos espacios o ecosistemas. A algunas es fácil verlas en plena zona urbana, como los azulejos, y otras solo cerca de fuentes hídricas, como las garzas. Esto es así por múltiples razones, explica Restrepo, “una de las principales es la alimentación. Si son insectívoras, por ejemplo, estarán en zonas abiertas donde hay mosquitos y libélulas (ver Genially)”.

Aprender a leer el entorno que lo rodea puede ayudarle a encontrar un pico largo e inofensivo, o uno corto y afilado, sobresaliendo de alguna rama. Para entender cada uno de los entornos aquí referenciados, tenga en cuenta que los bosques son zonas bastante arboladas (como los cerros Nutibara o El Volador); la zona urbana es aquella con presencia de edificaciones, calles, vehículos; los terrenos abiertos aquellos como parques o canchas; los herbazales aquellos en los que la vegetación ha sido podada (algunas zonas de los cerros); los matorrales que incluyen arbustos y los entornos acuáticos, con una o varias fuentes hídricas, como riachuelos, los lagos del Jardín Botánico o el Parque Norte.

Su papel en la fiesta

Cada vez hay menos zonas verdes, coinciden ambos expertos, sobre todo por la expansión urbana y de infraestructura vial. “Han aprendido a adaptarse. Por eso más que cuidarlas (porque saben hacerlo solas), hay que cuidarnos de nuestras acciones, de esas que les hacen daño”, añade Restrepo.

El primer paso para eso es ser conscientes de su presencia, “para entender que debemos recuperar y conservar sus espacios. Hay que hacer un llamado a las autoridades y organizaciones ambientales”, puntualiza Ruíz.

Así mismo, enuncia que desde casa y lugares de trabajo debe procurarse evitar que colisionen con los ventanales, pues generan una ilusión de continuidad del paisaje. Para esto pueden usarse persianas y cortinas. “También muchas llegan al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre lastimadas por niños o adultos en razón de mitos y temores. El llamado es a respetarlas y comprender su importancia”.

Sin ellas el equilibrio ecosistémico se vería afectado, sobre todo en lo que respecta al control de otros animales (la cadena trófica) y la dispersión de semillas.

Las que ve a continuación son algunas de las que encontrará en el Valle de Aburrá. Mire al frente, alguna puede estar en su ventana.

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