No hay que pensar en la creatividad solo como esa capacidad de producir una gran obra. Cada actividad cotidiana está impregnada de ella, aunque, a veces, no seamos conscientes: desde la manera en la que se resuelve la carencia de un producto en medio de estos días, cuando hay que tener precauciones para salir a comprarlo, hasta la forma de solucionar un trabajo académico.
“Hay manifestaciones de la creatividad todo el tiempo que no logramos identificar y no apreciamos. Y en el encierro asumimos que todo es cotidianidad. La manera como vemos una película y evidenciamos encuadres, diálogos, trama y hacemos una reflexión sobre esto, por ejemplo, es un acto creativo (...) Si yo veo que alguien escribe una historia, me puedo preguntar, ¿cómo lo haría yo? Pienso en cocinar, quiero repetir un plato, pero lo voy a personalizar, ¿cómo lo haría? Esa pregunta tan sencilla se convierte en un reto personal”, comenta César Augusto Palencia Triana, subdirector de Investigación de Colegiatura.
Las actividades creativas generan un espacio de distracción, explica la psicóloga Luisa Fernanda Correa Pérez, magíster en Neuropsicología, evitan la monotonía y previenen “la aparición de síntomas emocionales, por esto es importante que se mantengan activas, además porque favorecen la ocupación y esto genera un impacto positivo en la salud de las personas”.
La creatividad es importante para fortalecer los lazos con quienes se comparte. Palencia Triana agrega que la lúdica está relacionada con la diversión y la diversión genera vínculo, empatía. “Les estaba preguntando hace unos días a mis estudiantes qué habían hecho y les pedí que hicieran una fotografía. El común denominador fueron actividades como hacer ejercicio y cocinar. Otro espacio de casa que se está aprovechando es la mesa para juegos tradicionales desde parqués hasta otros más sofisticados, compartiendo en familia”.