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La repostera,
cuyo negocio ha prosperado por 39 años, falleció a los 80. Consolidó un dulce legado.
Como en la música, algunos de los mejores proyectos surgen en el garaje de una casa. Como una banda que ensaya incontables veces cuando apenas está dando sus primeros pasos, Myriam Camhi ensayó sus recetas una y otra vez para darle sabor a un sueño diferente.
Su garaje fue el punto desde donde empezó su negocio, en 1982. Ese espacio que se fue adaptando para transformarse cada vez más en pastelería se convirtió en un epicentro desde donde enviaba sus postres a hoteles y restaurantes que le hacían encargos. Los merengones fueron los que llegaron primero, aunque ahora la repostería cuenta con 700 productos distintos.
Nació en Buga, Valle, y el gusto por las preparaciones azucaradas lo tuvo desde niña. “Teníamos una finquita cerca de una fábrica de leche condensada, ¡a veces la tomábamos directo de la lata!”, le dijo Camhi a la cocinera y columnista gastronómica, Margarita Bernal, en una entrevista en 2013 para la Revista Carulla cedida a EL COLOMBIANO. Naturalmente, el manjar blanco era otro de sus deleites.
Vivió gran parte de su vida en la capital, donde sus creaciones se popularizaron desde la década de 1980. Ella no solo se encargaba de amasar, hornear y seguir probando recetas, además repartía las entregas en una camioneta vieja que la familia llamaba “La basureta”.
Desde ese momento hasta ahora ha habido muchos cambios y ese sueño lo apoyan actualmente más de 100 empleados que custodian el legado de una mujer que sumó más de 3.000 recetas.
Es un gusto que se ha extendido al resto de su familia. Tanto su hija Denise como su nieta Debbie le heredaron la vocación por crear con harina, azúcar, mantequilla y mucho arequipe, un ingrediente fundamental en sus chocoflanes, napoleones y María Luisas. La familia ahora coordina nueve puntos de venta en Bogotá.
Camhi, de ascendencia judía, falleció a los 80 años por causas asociadas a condiciones de salud previas. La noticia se dio a conocer el domingo. “Hoy debemos decir adiós a Myriam, la creadora de esta gran empresa que día a día, por más de 39 años, ha endulzado la mesa de muchos colombianos”, divulgó su familia y equipo de trabajo.
Antes de llegar al garaje-pastelería, sin saber en lo que su pasión se convertiría, el aprendizaje lo tuvo en el lugar más natural: la cocina.
Ahí pasaba horas cocinando para amigos cuando tenían alguna reunión especial. Lo hacía “en un horno Haceb de una parrilla, horneando merengones durante la noche para poder armarlos a la mañana siguiente”, contó la repostera.
Después llegaron la torta de tres leches, el chocoflán, la duquesa de pistachos, “un crocante de nueces con crema de pistachos tostados”, o la banda de chocolate, con crema de avellanas.
La chef pastelera Catalina Ochoa destaca que uno de los logros de Camhi fue “el aterrizaje de esa pastelería europea gourmet, que para uno como colombiano era difícil acercarse a ella, al usar sabores muy tradicionales y colombianos. Con esa visión de alta pastelería gourmet logró una conexión muy fuerte con su público”.
“Fue una pionera, talentosa y muy dulce mujer que nos conquistó con sus postres”, opina Bernal, quien destaca que para Camhi “la materia prima tenía que ser de la mejor calidad, y eso hacía que el resultado fuera inolvidable”.
Cuando el garaje se quedó pequeño gracias a la cantidad de pedidos, Camhi abrió su primer café hace ya 20 años. Ochoa destaca que esa fue otra de sus innovaciones: “Esa idea de que el postre no es solo lo que se te atraviese después de comer, sino que se puede generar un espacio en el que el disfrute de ese postre con un cafecito sea el centro del evento. Permitió darle un protagonismo a los postres y a ese momento dulce”.
Tras su partida, continúan avanzando esas ideas que puso a andar y esos espacios, repletos de opciones, olores y sabores. Una repostera que le dio otra mirada a postres tradicionales del país y que se propuso seguir generando experiencias a través de ellos