Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno, que tienen 98 años, la nieve artificial cubrió en un 100 % las instalaciones dispuestas para las competencias.
En Zhangjiakou y Yanqing, las sedes oficiales de esta edición, 300 máquinas, con la apariencia de modernos cañones de artillería, expulsaron cerca de 1,2 millones de metros cúbicos de nieve artificial para cubrir unos 800.000 metros cuadrados de tierra, lo que equivale a casi 73 canchas de fútbol profesional.
Aunque parece una hazaña futurista, es una práctica explorada desde hace más de cuatro décadas. La primera vez que se utilizó para unas competiciones idénticas fue en 1980 en Nueva York y, de manera más reciente, en 2014 para los Juegos de Sochi, Rusia.
La novedad parte de que en aquellas ocasiones se trató de un “apoyo” al fenómeno natural y no de una compensación total, muy cercana al 100 %, como sí lo fue este año.
Hace frío, pero es seco
Como deportes invernales, el esquí, el patinaje, el snowboard y el hockey exigen condiciones climatológicas e instalaciones específicas para desarrollarse. Por eso, los eventos en los que son protagonistas se realizan en zonas como Europa, América del Norte, Asia Oriental y Siberia.
Para el caso actual, el Comité Olímpico Internacional sabía que la zona elegida (colindante con Pekín), si bien cuenta con fuertes inviernos durante las fechas de las contiendas (del 4 al 20 de febrero), es de clima seco y, por ende, cuenta con nevadas poco frecuentes (porque no hay agua suficiente que ascienda a la atmósfera).
Los cálculos fueron hechos y, aun afirmando que serían los primeros Juegos Olímpicos de Invierno con conciencia ecológica y carbono cero, las autoridades asumieron el desvío de agua de una de las represas que suministra a la capital china, con el fin de inundar el lecho de un río inexistente y surtir las máquinas.
El método de fabricación necesita de dos elementos básicos: agua y aire comprimido. Ambos son expulsados por separado a través de los cañones, de manera que al entrar en contacto con el exterior (que debe estar en temperaturas cercanas al cero), se convierten en nieve.
Ahora, si bien el proceso no implica añadir compuestos tóxicos, la decisión se aleja de la promesa de cuidado del medio ambiente porque el agua es un recurso muy limitado en esa zona del planeta.
Para los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, un país con escasez de agua es aquel que por persona no alcanza la disponibilidad de al menos 980.000 litros por persona. Así, y de acuerdo con datos del Banco Mundial, actualizados a 2017, Pekín podría considerarse de bajo suministro del líquido, pues su disponibilidad per cápita no supera los 165.000.
Pese a estos datos, el gobierno Chino afirma en sus reportes oficiales que será posible el reciclaje de la nieve, de manera que el agua en su forma líquida (cuando se deshiele) pase a los suelos y se una de nuevo al ciclo natural. Esa fue una de las razones para hacerlo.