Como tantos negocios familiares, Carnes J&D nació en la sala de una casa. Recuerda su administrador, José Joaquín Henao, que poco a poco se fue ampliando y cumpliendo los requerimientos de una empresa formal: permisos, registros, licencias, en fin.
Tras una década, está consolidada como una productora de chuzos y filetes de pollo, que desde la parte baja de San Javier, en la Comuna 13 de Medellín, provee a decenas de establecimientos del Valle de Aburrá. Gracias al volumen del negocio, en esta temporada son 37 personas en la nómina.
Detrás de este esfuerzo familiar, José Joaquín reconoce la existencia de una institución que denomina “aliada estratégica”: Confiar Cooperativa Financiera. Dice el microempresario, que es en la primera que piensa cuando necesita comprar una máquina o una cava.
Entre otras cosas, por el vínculo de este contador con la cooperativa: asociado, fue beneficiario de beca y actuó en algún momento como delegado. “Me ha servido mucho la escuela de economía solidaria”, subrayó José Joaquín. Y agregó que él ejerce un liderazgo humano, con sentido cooperativo: emplea personas de 18 a 71 años y da mejores garantías que otras empresas.
Tras reconocer lo importante que ha sido el apalancamiento de Confiar, José Joaquín evocó lo duro que fue el comienzo “porque no teníamos ni para pagarnos sueldo ni seguridad social”. Y aunque dice que sigue siendo duro y que es muy complejo el estrés que genera tanta obligación y el manejo de personal, citó aspectos claves para Carnes J&D: crecer gracias al voz a voz, sin mucha ambición, haciendo todo bien y cuidando los recursos.
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El respaldo
En Colombia hay unas 3.100 cooperativas, con 6,5 millones de asociados. En Antioquia, según Confecoop, son 316 que emplean a 20.000 personas y tienen 1.712.631 asociados.
La incidencia de este tipo de organizaciones en las comunidades locales y el desarrollo empieza porque las decisiones son de los asociados, sostiene la directora ejecutiva del gremio en el departamento, Yelena Granja Rodríguez.
Enfatiza en que las cooperativas generan transformaciones profundas en los territorios. Las que tienen actividad financiera, a partir del crédito y otros programas, tal cual lo confirma el testimonio de José Joaquín Henao. Y también con el retorno social, que es la destinación de los excedentes: una porción apoya educación, auxilios funerarios, recreación y otros fines.
Entre 2022 y 2023 fueron cerca de $131.300 millones en Medellín. Y en el período 2020 – 2023, en toda Antioquia, el cooperativismo aplicó $500.000 millones en retorno social, indicó la directora seccional de Confecoop.
Entre tanto, las cooperativas sin actividad financiera participan de otro modo en el desarrollo: las hay especializadas en gestionar recurso humano, como las de trabajo asociado, entre esas las de vigilancia y de transporte. Y otras que asocian a productores del campo para compartir centros de acopio, tecnificar, hacer compras conjuntas, exportar.
Asomicrofinanzas, gremio que representa a entidades con actividad microfinanciera, tiene entre sus asociadas a cooperativas de ahorro y crédito con presencia en 635 municipios, las cuales, al cerrar agosto, tenían 88.132 clientes en zonas rurales, el 51% mujeres.
La presidenta de la asociación, María Clara Hoyos, hizo notar que además de impulsar la inclusión financiera en pequeñas comunidades y micronegocios, las cooperativas de ahorro y crédito son las únicas instituciones en algunos municipios de la ruralidad dispersa del país. “Estas entidades han sido las principales impulsadoras de la cultura del ahorro de las pequeñas comunidades e impulsan el desarrollo de micronegocios a través del crédito”, anotó.
Hacer más
Con el modelo cooperativo hay diversas necesidades que los asociados y las comunidades logran atender. No obstante, hay retos y oportunidades para profundizar el impacto.
Oswaldo León Gómez Castaño, gerente corporativo de Confiar, opina que “aún el cooperativismo tiene un papel poco significativo. Sobre todo, hay rezago en las grandes ciudades porque por fuera en algunos municipios sí hay cosas que mostrar: por ejemplo, el trabajo que hacen cooperativas como Colanta y las de ahorro y crédito”.
También, que hace falta trascender la actividad de ahorro y crédito y participar en actividades productivas. “Nos falta tener dimensión empresarial y que podemos hacer grandes proyectos”, explicó Gómez Castaño para insistir en cómo lo hace Colanta en el mercado de la leche y también Copidrogas, que participa en la distribución de productos farmacéuticos y agrupa a los comercializadores.
Por su parte, la directora de Confecoop Antioquia, Yelena Granja, enumeró elementos que desafían al cooperativismo para cumplir un rol más relevante. “El cooperativismo y los modelos asociativos deben tener más cercanía a los desarrollos tecnológicos”.
Señaló, además, que cada vez las bases asociativas están más envejecidas, lo que tiene efectos en la toma de decisiones. Incluso, opinó que el trabajo con las nuevas generaciones no se está haciendo como se debe.
Y sobre las oportunidades, lamentó que en los años recientes el sector cooperativo no haya aprovechado las políticas que se han generado para mejorar.
“Nos ha faltado ser más decididos en la forma como actuamos con el Gobierno, en las propuestas que llevamos deberíamos impactar mejor, que es valioso y poderoso lo que hacemos, debemos contar más el saber hacer y cómo contribuye al bienestar local”. agregó Granja.
Retorno social en Medellín 2022-2023
Gestión educativa: $49.800 millones (promoción, formación, auxilios educativos, asistencia técnica).
Gestión solidaria: $42.691 millones (auxilios por calamidades y subsidios, auxilios funerarios, donaciones y otros).
Gestión social: $38.832 millones (apoyo a instituciones educativas, kits escolares, programas de recreación, subsidios, etc.).
