Más color para la colorida región caribeña: 1.800 aves del nuevo aviario en Barú, un remanso de naturaleza a pocos minutos de Cartagena.
No solo el rey de los gallinazos, sino guacamayas, pájaros y hasta águilas arpías viven en las 7 hectáreas de esta obra inaugurada el primer día de febrero.
También otras como tángaras, cigüeñuelas, alcaravanes, pericos, pájaros carpinteros, cóndores, cardenales y los pajuiles.
Este es, de acuerdo con un informe de prensa del Aviario Nacional, el sueño del barranquillero Rafael Vieira, apasionado de los animales, en especial las aves, para las cuales tenía un hábitat en su casa de islas del Rosario.
Es un lugar para la observación, para aprender y también para la ciencia. Sol Estrellita Cardona, esposa de Vieira, dice que se logró la reproducción del paujil piquiazul y se persigue la del águila arpía.
Se construyó un lugar especial para una pareja de águilas. Ella proviene del Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces de Villeta (Cundinamarca) y pone huevos infértiles.
Él llegó desde el zoológico de Barranquilla.
El proceso apenas comienza y se espera seguir con el cóndor.
Muchas de las aves provienen de sitios donde las acogieron por haber sido maltratadas, arrebatadas a su medio.
Los individuos de 138 especies se encuentran en ambientes parecidos a los de sus ecosistemas.
Son 21 estaciones, que se recorren en unas dos horas a paso lento, degustando, aprendiendo sobre la vida animal al observar distintos aspectos de la vida de las aves, como el cortejo, su reproducción, defensa y protección del territorio, protección de nidos, crianza de pichones y hábitos alimenticios.
También se recibirá información sobre la historia del ave y su distribución en el país. Se encuentran, dice la información del aviario, “especies de la selva húmeda tropical de los bosques de la Amazonia y el Chocó, principalmente, o aves de los desiertos, como los de la Tatacoa y La Guajira, o las aves migratorias que visitan cada año nuestros litorales”.
Es uno de los aspectos que destaca Sol: un lago en el que se refrescan aves migratorias que llegan del norte del continente y donde pueden permanecer recargando energía.
El recorrido se adelanta por senderos delimitados por cercas en madera acordes con la naturaleza del lugar. Cada estación es un hábitat adecuado con árboles y arbustos, estanques y elementos según las especies. Así, está el desértico en el que abundan los cactus y la arena.
El ingreso es de 9 de la mañana a 4 de la tarde y el costo de la entrada $35.000 para los adultos y $30.000 para los niños hasta los 12 años.
A solo 14,5 kilómetros del centro de Cartagena, 50 minutos en auto, el Aviario Nacional es un atractivo más de la turística región. Un lugar para hablar de y con la naturaleza.