Lo que parecía un incidente más en la larga historia de los transbordadores espaciales fue el comienzo del fin para el Columbia y sus siete tripulantes.
A los 82 segundos de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy el 16 de enero de 2003, y cuando se encontraba a 20 kilómetros de altura y avanzando 727 metros por segundo, un pedazo de espuma aislante del tanque se desprendió y golpeó el ala izquierda de la nave.
No era la primera vez que sucedía. En otras misiones se había observado pero nada había pasado y eso tranquilizó a los encargados de la Nasa.
Así comenzaba el lanzamiento 113 de los transbordadores, que hasta el momento solo registraba un accidente: la destrucción del Challenger 72 segundos después de su lanzamiento y la muerte de sus tripulantes el 28 de enero de 1986.
Era la misión 28 del Columbia y el lanzamiento 113 de estos vehículos.
El video de la partida fue revisado dos horas después y no reveló nada inusual. Al día siguiente, una película de alta definición mostró el pedazo de espuma golpeando el ala y posiblemente averiando la protección térmica para el reingreso a la atmósfera.
Todo normal
Los siete tripulantes cumplieron la misión sin tropiezos. Eran Rick Husband, comandante; el piloto William McCool; Michael Anderson, comandante de carga; el especialista israelí Ilan Ramon; Kalpana Chawla, también especialista, así como David Brown y Laurel Clark.
En tierra, ingenieros pedían realizar una inspección del ala izquierda usando tecnología del Departamento de Defensa en el espacio, solicitud que no fue atendida. Los técnicos de la Nasa analizaban posibles riesgos futuros, pero no evaluaron la situación que podía vivir el Columbia.
Hora del regreso
El Equipo de Control de Vuelo se preparó el 1 de febrero para el reingreso de la nave, tomándolo como uno más.
Hacia las 8:15 de la mañana, Husband y McCool iniciaron el proceso, encendiendo los motores cuando estaban sobre el océano Índico.
A las 8:44 el Columbia estaba en el borde la atmósfera a 120 kilómetros sobre el océano Pacífico. La temperatura de las alas era de 1.370° C, una situación normal.
A las 8:49 los sensores mostraron una tensión más fuerte que lo habitual y enseguida la nave entró en un periodo de 10 minutos de máximo calentamiento. Dos minutos más tarde a 480 kilómetros al oeste de California, la temperatura era de 1.450° C y a las 8:53 personas en tierra observaron un desprendimiento de piezas, el aire alrededor de la nave brilló provocando una huella luminiscente. La temperatura aumentaba, la nave seguía hacia Texas, estaba a 64 kilómetros de altura, seguía bajando, expulsaba piezas, a las 8:59 el centro de control se comunicó, el comandante alcanzó a decir “Roger, uh, bu... “
La cabina comenzó a desintegrarse.
De la nave se recogieron 84.000 partes por varias ciudades y estados, 40 % del Columbia. También, restos de los astronautas.
El desastre obligó a suspender los vuelos del programa hasta julio de 2006.
¿Se pudo evitar? Para los investigadores, fue negligencia de la Nasa, para esta, no había nada qué hacer: ¿cómo decirles a los tripulantes que tenían un serio problema que no podían resolver? ¿Para qué preocuparlos?
Un video recuperado mostró cómo charlaban durante el reingreso sin saber lo que comenzaba a pasarle a la nave.