Estar viendo un video en alguna plataforma en línea y que este se detenga puede producirle el estrés equivalente al que se genera al presentar un examen de matemáticas, ver solo una película de terror, e incluso, uno mayor al que se experimenta al estar parado al borde de un acantilado virtual.
Que los teléfonos celulares tengan cada vez mejores procesadores y más memoria RAM para tener un desempeño óptimo es la respuesta a una exigencia de los usuarios: inmediatez, para abrir una app, la cámara, responder un chat, cargar una página o para ver un video. Pero, ¿qué pasa cuando esta respuesta depende de la red y no es tan inmediata como se espera?
Tener un teléfono con características que no lo hagan tan veloz no es la única causa de estas demoras. Las conexiones inalámbricas también lo son y, en ocasiones, los lugares con bloqueo de señal desde donde se trata de acceder a algún contenido en particular desde el móvil.
Según el Mobility Report (Reporte de movilidad) de Ericsson, las demoras de transmisión agotan mentalmente a los usuarios de teléfonos inteligentes. Cuando se dan estos retrasos, que pueden tratarse de segundos, el ritmo cardíaco y los niveles de estrés aumentan.
El estudio de neurociencias de Ericsson usó la neurotecnología para medir la reacción de los usuarios monitoreando la actividad cerebral, los movimientos oculares y el pulso que se registró mientras completaron varias tareas con sus teléfonos inteligentes como navegar en la web y ver videos.
Mediante la neurociencia, también comprobaron que una experiencia sin demoras desencadena una respuesta emocional positiva e incrementa el compromiso con la marca para operadores móviles.
Las pruebas se realizaron sometiendo a los participantes a usar el teléfono con una red con un alto grado de retraso, una media y una sin retraso para completar diferentes tareas con el fin de hacer un análisis en detalle de cómo las demoras que se daban mientras los videos cargaban los afectaba emocionalmente relacionándose con el estrés.
Esas respuestas de los participantes a las pausas y arranques de los videos fueron evaluadas midiendo la carga cognitiva, un indicador de estrés.
El informe señala que “sin demoras, los niveles de estrés durante las tareas de video fueron en promedio un 13% por encima de la línea base antes de la tarea. Un retraso medio de 2 segundos al cargar los videos llevó el promedio de estrés del 13% al 16%. Una vez el video empezó a reproducirse, una pausa debido a la recarga causó que los niveles estrés se incrementaran por encima de los 15 puntos porcentuales”.
El estudio fue realizado con 30 voluntarios entre 18-52 años en Copenhague, Dinamarca, que fueron escogidos al azar de un panel de usuarios. Todos eran suscriptores a banda ancha y navegaban con regularidad en sus teléfonos inteligentes, aclara el informe de la investigación.