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Kiwi campus, la empresa de robots domiciliarios abrió sede en Medellín

Kiwi campus, startup colombiana, sacó sus bots de las universidades a las calles de Berkeley, EE. UU. Ahora está en la ciudad.

  • Los robots de Kiwi Campus y los domiciliarios que los desplegan en la ciudad se manejan en parte desde Colombia. FOTO Robinson Sáenz
    Los robots de Kiwi Campus y los domiciliarios que los desplegan en la ciudad se manejan en parte desde Colombia. FOTO Robinson Sáenz
05 de septiembre de 2018
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Comenzaron a construir sus robots en la casa de Felipe Chávez en Bogotá. Él, junto con Sergio Pachón y Jason Oviedo, son cocreadores de Kiwi Campus, una empresa de logística que hace domicilios, pero no como siempre: con diferentes tipos de robots.

Ahora tienen oficinas en Berkeley y Medellín, y están produciendo una nueva flota en Shenzhen, China, según cuenta Chávez.

Este es su tercer intento tecnológico, quien parece no temerle al error. Lo reivindica con esta, su tercera empresa. Incluso, uno de sus proyectos para 2018 es traer parte de la producción robótica que tienen en China a Rionegro, que aunque será más costoso, sería un producto de mejor calidad gracias a que se pueden probar con más maniobrabilidad.

Mientras el fotógrafo esperaba a que Chávez terminará la reunión para la que vino a la ciudad, uno de sus científicos de datos intentó mover uno de sus kiwi bots de prueba. El robot se rebeló, ni siquiera permitió que se le abrieran la compuerta que sale para entregar hamburguesas, burritos y sándwiches.

Ellos también dicen no

Las ahora de moda startups están acostumbradas a lidiar con el no funcionamiento. Lo ven como parte del proceso de aprendizaje y algo natural del ejercicio experimental y creativo. En el caso de Kiwi Campus, esta empresa entregó domicilios desde el día uno, pero al principio eran poco eficientes.

La primera versión del Kiwi bot, una canasta con cámaras, un par de sensores y otras características que los creadores prefieren no mencionar, hacía domicilios que demoraban hasta una hora y media, y ya que sus robots hacían todo el recorrido, algunos se perdían por largos periodos de tiempo.

Hoy, con un nuevo modelo el domicilio se demora de 27 a 30 minutos. Ahora van por la cuarta versión y ya no hacen todo el recorrido, pues están funcionando con un ecosistema robótico que les permite generar un trabajo colaborativo entre humanos y robots, haciendo que interactúen para mejorar el servicio.

En el último año pasaron de tener cuatro empleados a 52, y cuando antes tenían un equipo de veinte domiciliarios que podían hacer cien domicilios al día, proyectan que con los robots esos mismos veinte individuos van a poder hacer 500 domicilios al día.

Esta eficiencia la han logrado con personal casi en un 95 % de nacionalidad colombiana y en la actualidad, según sus cifras y el conocimiento de negocios como el suyo, es la compañía que ha hecho más domicilios con robots en el mundo. Kiwi presenta uno de los pocos experimentos donde hay robots en vía pública trabajando en conjunto con los humanos.

Otras empresas como DoorDash, Starship, Robby, Marble ya están experimentando el uso de robots pequeños para entregar alimentos y comidas, “pero algunas de estas no conocen a fondo la logística de los domicilios y se desgastan en construir robots muy sofisticados”, dice Diana Aparicio, jefe de Asociaciones Estratégicas de la empresa.

Como antes desarrollaron aplicaciones para domicilios, una práctica mucho más común en Colombia que en Estados Unidos, pasar a hacerlo con estos personajes les pareció el siguiente paso lógico, porque implicaba menos costos.

Pedir un domicilio en Estados Unidos cuesta mucho, para solicitar un burrito de 9 dólares deben pagar otros 9 dólares. Así que un ejército de robots suplía esta necesidad de los habitantes de Berkeley. Primero funcionaron dentro de una universidad, ahora sus 45 robots, con una volumetría de 24 litros, están por todas partes en las calles de la ciudad.

En su oficina en Ruta N tienen un par de modelos. “Todos son de prueba”, comenta Oviedo, quien fue ingeniero de la Nasa.

Sus directivas no visualizan una competencia directa, dicen que por ahora todos están remando para el mismo lado, que están en etapa de exploración. EL COLOMBIANO habló con Felipe Chávez, uno de los fundadores de la compañía.

¿Por qué volver a Colombia después de tener éxito en Estados Unidos?

“Antes de ir a Estados Unidos yo pensaba que los estudiantes de ingeniería de Stanford, de Berkeley, del MIT, nos debían llevar años luz en muchas cosas, pero cuando empecé a interactuar con ellos, una de las cosas que más me impactó es que el nivel de los estudiantes de allá es muy similar al de los de aquí. Conseguir buen talento en Silicon Valley es costosísimo, y más allá de la parte económica, aunque se pague bien, no tienes la garantía de tener a alguien bueno. El recurso más fuerte que tenemos en el país es el humano. Esta es mi tercera empresa en el sector tecnológico y puedo decir que la calidad de ingenieros, diseñadores y comerciales que se consiguen acá es muy bueno. Si nosotros entrenáramos 150.000 ingenieros y exportáramos software de ellos, sería tanto como lo que se exporta en servicios de software”.

¿Y qué pasa con estos estudiantes al graduarse?

“La diferencia es que esta gente entra a empresas durísimas que están construyendo proyectos muy ambiciosos, haciendo carros autónomos, creando las bases de internet de los productos que usamos a diario, mientras que los ingenieros de acá muchas veces no entran a trabajar en esos proyectos o muchos electrónicos se vuelven diseñadores de aplicaciones normales y eso no está mal, pero no es tecnología de última generación. Por esto para nosotros es importante tener un equipo de desarrollo acá”.

¿Por qué Medellín y no la capital?

“Creo que ahí tuvo mucho que ver Ruta N. En Bogotá no existe algo así. Claro, hay más desarrolladores en la capital, hay más empresas de tecnología, pero Ruta N nos ofreció un espacio único en su especie”.

¿A qué se refiere con eso?

“Recuerdo que antes de llegar a California, busqué amigos de amigos que vivieran allá y encontré cero personas. No obstante, me sentí bienvenido. Otra de las cosas que más me impactó de ese país es cómo la gente lo ayuda a uno sin esperar nada a cambio. Sé que nuestra cultura no es así, pero vi rasgos similares cuando hablé con Ruta N. Me encontré con ese soft landing que sentí en California, una posibilidad de aterrizar de una manera mucho más tranquila. Hay una cultura de innovación que está creciendo”.

¿Empresas como las suyas están quitando trabajo?

“Lo mismo pasó cuando se desarrollaron las computadoras personales, esto desplazó muchos trabajos, pero aumentó la capacidad del humano. Un domiciliario promedio hace de dos a tres domicilios por hora, con nuestro método de colaboración entre humanos y robots hacen hasta 9 por hora. Los robots aumentan la capacidad y ayudan a reducir costos. Además, desde mi punto de vista el trabajo de un domiciliario no es el ideal para un cerebro humano”.

¿Qué quieren lograr?

“En el futuro próximo abriremos el servicio en una nueva ciudad, San José, en Estados Unidos. Más que una meta, yo estoy es enamorado del proceso que llevamos. Red de robots en áreas más densas de Estados Unidos. Va a llegar en un momento en que nuestros servicios serán tan baratos que tendrán sentido en Colombia. Tal vez en dos o tres años podremos empezar a hacer pilotos. De hecho ya hay una opción de probar en una universidad en Medellín pero aún no hay nada concreto” .

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