Los ingenieros civiles y arquitectos aprenden sobre materiales, cálculos estructurales, terrenos y otros temas que les permiten desarrollar obras de infraestructura.
No obstante, dentro de las enseñanzas que reciben, los docentes se percatan de que los futuros profesionales lleven consigo la marca de la ética y los valores.
Así es. No es solo aprender de matemáticas y evitar que un edificio o puente sufra fallas por su diseño. La idea es que la ética impregne todo lo que aquellos estudiantes aprendan durante su etapa en la universidad, para que lo pongan en práctica en sus trabajos y lo fomenten entre sus compañeros.
Cómo se enseña
Cada institución de educación superior tiene sus estrategias para recalcar los valores en sus estudiantes.
Antes, la ética hacía parte de los pensum como una materia más. Tenía su tiempo entre las clases y un maestro que formaba en el tema. Ahora, con los cambios en los programas la ética es un tema que es transversal a todas las materias y actividades que se realizan en los pregrados y se dirige, como es el caso de la Universidad Eafit, desde un núcleo de formación institucional donde los conceptos éticos y otros temas como emprendimiento y democracia se manejan.
“No es solo la transmisión del conocimiento, sino dar ejemplos y formar personas. Por eso es responsabilidad de cada docente, desde mi punto de vista, que durante sus clases aborden la ética”, explica Luis Fernando Botero, arquitecto constructor y docente del Departamento de Ingeniería Civil de Eafit.
Expone Botero que las últimas situaciones que se han presentado en temas sobre construcciones, a pesar de ser malos ejemplos, son aprovechados por los maestros para mostrar lo que la falta de ética en su labor como ingeniero civil o arquitecto puede causar. No solo situaciones económicas, sino de temas más delicados que ponen en peligro la vida de las personas.
“Es la oportunidad que aprovechan los docentes para llamar la atención de sus estudiantes de cosas que nunca deben pasar. Creo que es responsabilidad de cada docente dar ejemplo y testimonio del trabajo profesional, ya que muchos de nosotros también trabajamos en empresas”, agrega el arquitecto constructor.
Otras propuestas
Cada universidad tiene su sistema para enseñar la ética.
En el mayor de los casos, la formación en valores se relaciona con la formación en humanidades, por ello, este departamento tiene la importante tarea de que los estudiantes no solo sean profesionales preparados sino humanos.
Así lo cree el maestro de ética profesional y arquitectura en la Universidad Pontificia Bolivariana, René Uribe.
Uribe manifiesta que en la UPB, donde la enseñanza se organiza por ciclos disciplinares, existe uno que se llama Ciclo de formación humanística.
En este, que es transversal a los demás programas, se sirven los cursos de ética general profesional, el cual el docente René imparte con el profesor Guillermo León Molina.
“Es una manera de hacer reflexionar a los alumnos, en este caso cuando están en el octavo semestre, sobre los valores del profesional y el humanismo cristiano, una visión antropológica del hombre y hace parte de la misión de la universidad”, añade René Uribe.
A través de un programa de tutorías a los futuros ingenieros, arquitectos así como a otros estudiantes se les forma en la tarea de ser buenos ciudadanos y sobre todo buenas personas.
La tarea debe ser combinada. Las instituciones educativas así como la familia deben unir fuerzas para que el chico o chica siempre piensen en hacer un trabajo ético con responsabilidad y pensando siempre en los demás.
Se debe hacer hincapié en el ejemplo que padres de familia y profesores deben dar a sus estudiantes.
“La actitud de los docentes frente a su clase, su puntualidad y el respeto hacia sus compañeros y alumnos ya es un ejemplo del deber ético. Seguramente si uno recuerda a algún profesor en su etapa universitaria, debe ser el que daba ejemplo con su trabajo”, indica el docente Uribe.
Y aunque el mundo es un terreno difícil para todos, donde los profesionales se encontrarán con obstáculos de toda clase, la ética debe seguir insistiendo en su importancia y relevancia, lo que permitirá mejores profesionales, trabajos de la mejor calidad posible y una sociedad justa.
Un trabajo difícil el de los docentes de ética, las familias y las universidades en un país que ha sido afectado en su moral en varias ocasiones, sin embargo, “allí donde la oscuridad está, siempre llegará la luz de la ética”, concluye Uribe.