La baja confianza en la democracia es una tendencia de los últimos años en América Latina, a pesar de que en otros países de la zona exista una mayor cultura política ciudadana, como en Chile o Argentina. En Colombia tenemos una visión instrumental de la democracia, pues se cree que democracia es solo acudir a votar el día de elecciones, y a partir de ahí, el ciudadano se desentiende de su compromiso con lo público. Y la democracia debe ser de doble vía, máxime cuando es representativa. Aquí mucha gente no sabe qué es el Estado, lo confunde con el Gobierno. El ciudadano no puede delegar todo lo público en los gobernantes, los ciudadanos tenemos nuestro papel. Somos, además, un Estado-Nación en construcción, un país relativamente joven por consolidar.
En cuanto al apoyo ciudadano al proceso de paz, a pesar de la oposición que una mayoría pueda tener frente al proceso, hoy se ha pasado a una postura más pragmática y realista. En el estado en que está, con acuerdos parciales ya negociados y firmados, es poco realista pedir volver a la solución militar. Ni siquiera con un plebiscito será posible variar lo acordado en La Habana. A las nuevas realidades ya se han ido acomodando muchos sectores, aunque siga la polarización en el debate, que es normal, pues no es poca cosa lo que se juega.