Las intervenciones de los bancos centrales, con la mejoría de la coyuntura internacional, permitieron que desde junio los mercados bursátiles estuvieran a flote. En Estados Unidos el segmento no tecnológico tuvo mejores resultados que en Europa. Por la crisis sanitaria las acciones tecnológicas crecieron muchísimo ayudadas por la liquidez y llegaron a presentar síntomas de estar conformando una burbuja. El riesgo de un colapso de esos precios sigue vigente. En la ausencia de resultados económicos suficientes, para que otros sectores tomen el relevo de los valores tecnológicos, el riesgo de una corrección de los mercados, iniciado por los valores tecnológicos sigue siendo elevado.
Diferentes elementos podrían afectar las bolsas: decepciones sobre los resultados de la economía, que no haya reflación y las incertitudes políticas ligadas a las elecciones de Estados Unidos. La vigilancia de los bancos centrales frente a esos riesgos llevará, probablemente, a proteger los mercados de crédito para las empresas. En un escenario de erradicación de la epidemia en la primavera de 2021, esas acciones deberían ser suficientes para estabilizar los mercados antes de fin de año y abrir la puerta a la existencia de apetito por el riesgo y más inversión.