Por efecto de varias violencias, la delincuencial, la paramilitar, la insurgente y la narcoterrorista, cayó asesinado Luis Carlos Galán, el candidato con más posibilidad de ser presidente de la República para el periodo 1990–1994. El Nuevo Liberalismo galanista, movimiento político reformista inspirado por Lleras Restrepo, tuvo dentro de sus militantes a César Gaviria, un joven liberal que absorbió sin dudas las propuestas políticas y administrativas de Galán. Ante el magnicidio, Gaviria quedó con el galanismo a cuestas y fue elegido presidente por la mayoría de los votantes.
Gaviria debió ejecutar un grupo de actos necesarios para enfrentar las violencias: realizó el mandato de la Séptima papeleta para construir una nueva Constitución, sancionada en 1991; dentro de ella se dotó el país de reformas claras en la justicia, los derechos y la economía. La creación de la Fiscalía, la Corte Constitucional, la tutela, volcó la democracia representativa hacia una democracia participativa porque se dieron a las comunidades mecanismos de participación amplios.
El reformismo gavirista tuvo dos grandes acciones memorables. El sometimiento a la justicia del más grande capo del narcotráfico, Pablo Escobar, y la apertura económica que acondicionó el país al mundo globalizado a través de tratados de libre comercio, cuya consecuencia se vio en quiebra del campo colombiano.