Muchos de los jóvenes que irán a votar mañana en Rusia por primera vez, nacieron cuando Vladimir Putin ya era presidente. Este llegó al poder inicialmente como primer ministro, nombrado el 31 de diciembre de 1999 por el entonces presidente Boris Yeltsin, estando éste en la agonía de su mandato, acosado por problemas crecientes, sin capacidad de maniobra y, además, enfermo.
Pocos meses después, Putin se presentó a las elecciones presidenciales y ganó con el 52,94 % de los votos. Fue reelegido en 2004 con un porcentaje aún mayor, rotundo: el 71,31 %. En 2008 hizo una carambola político-electoral que dejó atónita a la opinión pública de Occidente: presentó como candidato presidencial a su entonces primer ministro, Dimitri Medvédev, que ganó y nombró primer ministro al mismo Putin. Medvédev fue durante esos cuatro años una figura decorativa. El poder efectivo lo retenía Putin, con puño de hierro.
En 2012 es, de nuevo, candidato presidencial, además para un mandato extendido de seis años. Barre en la primera vuelta, con el 62 % de los votos. Mañana, de nuevo, se da por descontado su triunfo. Aunque hay seis candidatos más -entre ellos una sola mujer-, ninguno de ellos tiene reales opciones de poder.
No solo las votaciones, sino los sondeos de opinión, reflejan que Vladimir Putin tiene enorme apoyo de la población rusa. Según la agencia AFP, tiene el 70 % de intención de voto. Al punto de que los corresponsales de prensa extranjeros coinciden en que no ha tenido, prácticamente, necesidad de hacer campaña electoral. Le bastan unas cuantas apariciones, muchas de ellas puestas en escena como un rudo hombre de armas tomar, para consolidar el imaginario de un padre protector en cuyas manos los intereses de Rusia siempre estarán protegidos y salvaguardados frente a la hostilidad exterior.
Sin embargo, a juzgar por las declaraciones públicas de varios gobernantes europeos y las pesquisas de fiscales norteamericanos, es el poder adjunto al Kremlin el que se ha venido convirtiendo en un peligro, una amenaza real contra las democracias occidentales.
Theresa May, primera ministra británica lo dijo ante su Parlamento: Rusia continúa considerando blancos legítimos de asesinato a sus disidentes. En suelo británico, tres ex espías rusos han sufrido ataques. Dos de ellos han muerto. En un comunicado conjunto y con pocos antecedentes, los presidentes de Francia, la canciller alemana y la premier británica conminaron esta semana al gobierno ruso a aclarar si tiene responsabilidad en estos ataques.
Putin ha resultado un avezado ejecutor de los consejos de Maquiavelo. En el ámbito interno no permite manifestaciones ni que se consoliden opciones de oposición. Centralizó el poder del Estado, controla la estructura pública y tiene bajo mano las grandes empresas privadas. En el exterior, es factor relevante en la permanencia del conflicto sirio, al impedir todas las estrategias que podrían dar salidas a la guerra civil. Es esencial, también, para tratar con el régimen de Corea del Norte. Quiérase o no, es un protagonista de primer nivel en el ajedrez geopolítico mundial.
Al igual que pasa en Venezuela, que el gobernante haya pasado varias veces por las urnas no indica necesariamente buena salud del sistema democrático. Faltan muchas garantías en Rusia y el régimen de Putin es hostil con la defensa de los derechos humanos y las garantías políticas. Su régimen, no obstante, seguirá mínimo durante los próximos seis años.