¡Exprópiese!, era una de las frases preferidas del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para quien el sector privado era uno de los responsables de los problemas del país. “Ese edificio que está en la esquina, ¡exprópiese!; esa fábrica que está allí, ¡exprópiese!; esa casita con dos negocios, ¡exprópiese!”, se le escuchaba decir en sus correrías por todo el territorio venezolano.
Se estima que, en una década, entre 2002 y 2012 se expropiaron cerca de 1.200 empresas de todos los sectores; entre ellos, los de alimentos, comercio, petróleo y turismo. De esa política sistemática no escaparon compañías colombianas como los supermercados Éxito, de propiedad de la francesa Casino, o Cementos Andino, cuyo dueño era Cementos Argos. Y aunque en muchos casos el gobierno venezolano pagó indemnizaciones, el daño que le hizo a la economía de ese país fue gigantesco porque llevó a una gran escasez de alimentos y productos, disparó la inflación a niveles estratosféricos, provocó caídas dramáticas en la economía y un aumento de la pobreza a niveles del 80 % de la población.
La Revolución Bolivariana, como era de esperarse, ahuyentó la inversión extranjera. Nadie quería arriesgar su capital en un país que no tenía reglas de juego estables. La industria cementera y petrolera fue nacionalizada, así como muchas empresas de servicios públicos. En una nación que es la mayor productora de petróleo del mundo y con precios del barril que estuvieron en niveles récord durante varios años, el gobierno se creía con patente de corso para hacer todo lo que quería. Pero el precio que pagó fue muy alto.
Esas medidas vinieron acompañadas de otras que contribuyeron al colapso, como la pérdida de autonomía del Banco Central, que realizó emisiones de dinero sin ton ni son. Además, se impusieron controles sobre el tipo de cambio y los precios.
Ahora, el presidente Nicolás Maduro acaba de dar un reversazo. Hace unos días anunció que privatizará hasta el 10 % de las acciones de varias empresas públicas, lo que generó un revuelo en el país porque algunos creen que se está echando para atrás el modelo socialista del siglo XXI, pero otros celebran que se le esté dando un poco de oxígeno a la economía.
Maduro dijo que busca una economía más diversificada y que necesita capital y tecnología para el desarrollo de las empresas públicas. Por eso anunció que abrirá la inversión privada en sociedades estatales como la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos (Cantv), la mayor telefónica del país, y la compañía celular Movilnet, así como en varias del sector petrolero, gasístico y petroquímico. Algunos chavistas dicen que el gobierno busca recursos para hacerle frente al embargo de Estados Unidos, al que responsabilizan de todos sus males.
Precisamente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció esta semana que suavizará las medidas contra Venezuela, dependiendo eso sí de la forma como avancen las negociaciones entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro.
Lo que pasa en Venezuela es seguido con mucha atención por Colombia, teniendo en cuenta que se ve afectado por las decisiones que tome Maduro y por el éxodo de ciudadanos de ese país que siguen llegando a todas las regiones colombianas. En momentos en los que la campaña a la presidencia de la República está muy agitada, en los que se escuchan propuestas populistas de toda clase —de mayor intervención del Estado, de “democratización” de la propiedad—, no hay que perder de vista que estas medidas ya se tomaron en el vecino país con un rotundo fracaso.
De ahí que muchos inversionistas estén tan pendientes de la contienda electoral. Precisamente, más de 40 empresarios estadounidenses agremiados en el Consejo de Empresas Americanas se reunieron esta semana con el candidato del Pacto Histórico Gustavo Petro para conocer su posición en torno a la estabilidad en las reglas de juego que mantendrá si llega a la Casa de Nariño. Y aunque las garantizó, no dio ningún parte de tranquilidad en dos sectores clave para la economía colombiana: el petróleo y el carbón, que aportan el 30 % de la inversión extranjera directa y más del 70 % del total de regalías del país. Petro ratificó que cuando llegue a la presidencia frenará su exploración, aunque mantendrá los contratos actualmente vigentes.
No por llegar a la Casa de Nariño se puede prometer el oro y el moro y dar una patada a lo que está funcionando bien. El crecimiento de la economía del 8,5 % en el primer trimestre del año demuestra que después de los graves efectos de la pandemia del covid-19, Colombia se está encarrilando y avanza a buen ritmo. Hay que hacer ajustes, de eso no cabe duda. Hay que tratar de incentivar las inversiones con el fin de que generen empleo y progreso y revisar lo que no esté marchando bien. Venezuela es el mejor ejemplo de un país que lo tenía todo para ser líder en la región, pero que terminó en la quiebra por malas políticas económicas. Ahora comienza a dar reversa. Nunca es tarde para corregir los errores