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¿Qué hacer con la informalidad?

El aumento de la informalidad en Colombia, 12,8 millones de trabajadores, exige la atención del nuevo gobierno.

03 de agosto de 2022
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El gobierno entrante ha puesto sobre la mesa todo tipo de reformas: una para recoger más plata, la tributaria; otra para cambiar un sistema que funciona, el de salud; una más para el sometimiento de las bandas criminales; pero no se le ha oído palabra alguna sobre una necesidad aún más fundamental: el trabajo y el ingreso de los colombianos.

Con el dato que acaba de revelar el Dane de informalidad del 58 %, es decir, más de la mitad de los que tienen trabajo en Colombia son informales, urge entender y tomar medidas. Estamos hablando de 12,8 millones de colombianos con trabajos informales, muchos de los cuales no alcanzan a devengar el equivalente a un salario mínimo.

La estadística es hoy mucho más dramática que antes porque el Dane aplicó una nueva metodología de medición, más precisa, que hizo dar un salto de 16 puntos a la informalidad.

Hay ciudades como Sincelejo en las que siete de cada diez trabajadores son informales. Cifras similares a las de Valledupar, Cúcuta, Quibdó y Riohacha. Una situación que contrasta fuertemente con Bogotá (36 %), Manizales (37 %), Medellín (40 %), Tunja (40 %) y Neiva (44 %), en donde aún hoy es menos de la mitad el porcentaje de informales.

Desde hace años se habla en el país de la necesidad de hacer una reforma que flexibilice el trabajo, que elimine tantas cargas a la nómina, o que permita reducir la informalidad. Son muchas las alternativas que se han planteado, entre ellas permitir la contratación por días u horas y que se pueda cotizar a salud y pensiones no con base en el salario mínimo, sino por el tiempo laborado.

¿Qué va a hacer Gustavo Petro al respecto? Es lo que muchos hoy se preguntan. Y algo debe hacer. Más ahora que la historia reciente ha demostrado que se pueden dar vuelcos significativos en el mercado laboral. Dos años después de declararse la pandemia, y después de superar varias olas de contagio, el teletrabajo, por ejemplo, cobró gran vigencia.

En Colombia, cerca de 120.000 personas trabajaban de esta manera en 2019 y al siguiente año ya eran más de 209.000 y cuatro de cada diez empresas lo implementaron. Como respuesta a esa realidad, el gobierno expidió un decreto para flexibilizar las condiciones del teletrabajo: debe garantizarse el derecho a la desconexión laboral —con el cumplimiento de horarios establecidos para evitar impactos en la salud mental y emocional de los trabajadores—, el desarrollo de estrategias de reconocimiento a los empleadores que implementen este modelo laboral y hasta la promoción del Día del Teletrabajo.

La pandemia del covid-19 fue la que dio el empujón para ello. Y ahora la pandemia de la informalidad debería hacer otro tanto. Es mejor tener una legislación moderna, que incluya los cambios que se están dando, para evitar que se cometan abusos con los trabajadores, a que estos se hagan por debajo de la mesa, en detrimento, seguramente, de los más vulnerables. Sobre todo, en un país que registra un desempleo de 11,3 % y que se resiste a bajarlo a un solo dígito.

En el frente laboral, otro de los temas que más polémica genera es la reducción o eliminación de las cargas parafiscales que pesan sobre las empresas y que encarecen la nómina, como los aportes a las cajas de compensación familiar, al Icbf y al Sena. Estos tres aportes representan 9 % adicional para los empleadores.

Para la Ocde, el club de los países ricos y de las buenas prácticas, Colombia podría reducir la informalidad si elimina tantas cargas y si capacita y desarrolla las habilidades de las personas.

Y si el gobierno entrante le mete el diente al tema, también podría revisar el caso de los trabajadores independientes y de los que contratan por prestación de servicios, que tienen que asumir muchas cargas por cuenta propia. Así como la edad de retiro forzoso en las entidades del Estado para darles paso a las personas jóvenes.

La pandemia llegó para dejar muchas lecciones y una de ellas es que la realidad y las dinámicas del mercado terminan por imponerse. El teletrabajo fue un buen ejemplo de cómo las empresas y trabajadores, con el impulso del gobierno, lograron ponerse de acuerdo en torno al sitio donde se podría laborar. Eso mismo se puede lograr en otros temas laborales con el fin de fomentar la creación de más y mejores empleos, que no surgen por arte de magia, sino por una economía fuerte y pujante y empleados más capacitados 

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