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Y entonces el presidente Gustavo Petro recurre una vez más a su estrategia favorita: decir que va a sacar a la gente a la calle a protestar para que aprueben sus reformas. El gran interrogante es si ¿va a ser capaz de convertir esta marcha del martes en un hecho político de impacto? ¿O va a terminar convertida en una marcha inocua más como otras a las que ha convocado durante su mandato?
Petro lanzó también esta semana la idea bomba de una consulta popular, pero como la convocatoria a las calles es para hacerse efectiva en dos días nos dedicaremos primero a su análisis.
En principio Petro parece ser consciente de su debilidad pues se ha visto obligado a declarar “día cívico” el martes para tratar de hacer masa crítica en las calles. No sería extraño que el Gobierno obligue a los que tiene contratados por prestación de servicios a volcarse a ellas. No son pocos: en dos años y medio, el Gobierno ha firmado casi 230.000 contratos de este tipo y con que solo una parte de ellos salga a las calles podrían dar para fotos de multitud.
Ya vimos cómo llevaron a los aprendices del SENA al Congreso a protestar contra la reforma laboral, escuchamos el testimonio de jóvenes que decían que los congresistas que tumbaron la reforma iban a poner a la gente a trabajar sin pagarles. Falsas narrativas parecidas a las que utilizaron para hacer indignar a la gente en el llamado “estallido social”.
Sin duda, Petro está queriendo seguir la misma cartilla que aplicó en 2021, para crear un escenario de división favorable a sus propósitos electorales. El ministro del interior, Armando Benedetti, lo ratificó así esta semana: dijo que el Congreso al anunciar la caída de la reforma laboral le había “dado papaya” al Gobierno para comenzar campaña “será en marzo de 2026 que el pueblo diga quiénes están con los trabajadores y quiénes no”.
El “estallido social” hay que decir que no fue idea del petrismo. Es un formato que copiaron de Chile, en donde incluso crearon las palabras que luego se adoptaron en Colombia como “estallido social” y “primera línea”. Chile a su vez aprendió tácticas de otros. Ese es un capítulo de la historia del país que aún está por contarse. Y estudiar a fondo la participación que pudieron tener estrategas extranjeros en el diseño de la protesta.
En uno y otro país, los ‘estallidos’ empezaron a calentar motores poco más de un año antes de las elecciones al Congreso. En el caso de Colombia, la primera protesta del ‘estallido’ la convocaron en abril. Ahora empiezan a calentar motores en marzo. En aquel entonces se aferraron de pies y manos a una reforma tributaria, y ahora en la reforma laboral creen haber encontrado su narrativa para dividir al país entre buenos y malos.
Si el ‘estallido’ fuera genuino y de generación espontánea entre el pueblo indignado por una reforma tributaria, ya tendría que haberse presentado varios durante el gobierno Petro, pues no solo ha aprobado una reforma tributaria, también intentó una segunda y falló, sino que decretó una conmoción interior para poner más impuestos. Y además puso un tributo de 10% al mecato que termina convertido en un impuesto para los estratos más populares.
La pregunta es si el mismo formato de ‘estallido’ puede funcionar ahora. Y tal vez, a pesar de lo que crea Benedetti, el gobierno no la tiene tan “de papayita”. Primero porque cada día le queda más difícil a Gustavo Petro vestirse de “pueblo”. Cada día sus palabras se hacen más incoherentes comparadas con lo que ocurre con su gobierno. Cada día aparecen más casos de corrupción en el petrismo. Y haber quedado en manos de Benedetti, sacrificando a sus compañeros del M19 de siempre, y en general a personajes de izquierda, no ayuda a la movilización.
En segundo lugar, puede que Petro convoque a los sindicatos de siempre, a los contratistas que ya mencionamos y mueva en buses a los indígenas como lo hace siempre, pero difícilmente va a ser capaz de convocar a la clase media. La misma que en el estallido social se lanzó a las calles porque siempre está dispuesta a sumarse a reclamos que considera justos. ¿Cuánto del 30% de apoyo duro a Petro saldrá a las calles por las reformas que han sufrido un proceso de desgaste importante?
El país ha visto cómo las marchas convocadas por el petrismo han ido perdiendo fuerza. Sobre la primera, del 15 de noviembre de 2022, El País de España tituló “Una desinflada marcha de apoyo a los 100 días de Petro”. Sobre la del 14 de febrero de 2023, el portal Infobae dijo “esta ha sido una de las manifestaciones más discretas de la izquierda colombiana en los últimos años”. A Petro, incluso, le tocó colarse en la tradicional marcha del 1 de mayo de 2024, haciéndola ver como si fuera del gobierno, para sacudirse de una seguidilla de derrotas en las calles.
Y en tercer lugar, el presidente Petro no parece aceptar que su discurso contra el poder, que tanto le ha servido para alborotar los sesgos y provocar indignación, no es creíble porque hoy él es el poder.
En otras épocas se consideraba que las protestas ciudadanas eran una herramienta poderosa cuando nacen de la indignación genuina del pueblo contra el abuso del poder. Hoy Petro no es un líder de oposición enfrentado a una élite política; es el jefe del Estado y el responsable directo de la crisis que vive Colombia.
Habrá que ver entonces si la marcha, así tenga componentes artificiales, le funciona para presionar por sus reformas, para calentar la consulta popular y sobre todo como plataforma para la campaña electoral del petrismo.