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El cambio en las reglas del juego tiene a miles de familias en el peor de los dilemas: ahogarse en deudas para las que no tienen capacidad o desistir de la compra de su primera casa.
“Tener una casa no es riqueza, pero no tenerla es mucha pobreza”, dice un refrán popular. Y es en parte por este imaginario que tenemos los colombianos sobre las bondades de tener casa propia que la construcción de vivienda social ha sido una de las políticas públicas prioritarias durante las últimas décadas, bajo el mandato de cualquier presidente. Entre estas apuestas sociales resaltaba como un caso de éxito el programa “Mi Casa Ya”, un subsidio que buscaba facilitar la compra de vivienda de interés social (VIS) a los hogares más vulnerables del país, y que durante los últimos años había permitido que más de 250.000 familias pudieran acceder a su primer hogar propio.
Sin embargo, más que una esperanza para por fin cumplir el sueño de tener casa propia, durante los últimos meses la obtención de este subsidio se ha tornado en un verdadero viacrucis para cientos de familias.
De la noche a la mañana, el Ministerio de Vivienda decidió cambiar los criterios de elegibilidad para recibir el subsidio de Mi Casa Ya. En vez de definirse el umbral por medio del número de salarios mínimos que tenía por ingresos la familia solicitante —una medida de fácil compresión para todas las partes— se decidió cambiar el criterio de selección al puntaje de Sisbén IV. Bajo esta nueva modalidad, si una familia está entre los subgrupos A1 y C8 del Sisbén podrá contar con un subsidio de hasta 30 salarios mínimos y si cae entre los grupos C9 y D20 podrá recibir hasta 20 salarios mínimos.
¿Es una mala idea cambiar el criterio de selección? En teoría, no: el Sisbén es un sistema de información robusto, bien pensado, que sin duda podría ayudar a focalizar mejor los recursos del Ministerio de Vivienda, los cuales —como todo en la vida— son limitados. Sin embargo, la teoría no se ha comunicado bien con la práctica.
La transición al Sisbén tiene a miles de hogares con sus sueños atrapados en medio de la burocracia. Muchas familias que ya tenían comprada su casa se han encontrado con que no pueden recibir el subsidio de Mi Casa Ya porque —a pesar de cumplir con las condiciones— todavía no aparecen en el Sisbén, razón por la cual no les han desembolsado el dinero con el que ya contaban para su cuota inicial. El cambio en las reglas de juego tiene a miles de familias en el peor de los dilemas: ahogarse en deudas para las que no tienen capacidad o desistir de la compra de su primera casa.
Este efecto, sumado al aumento en las tasas, tienen los créditos hipotecarios en niveles de intereses que no había visto una generación entera, y al sector de vivienda en algo que no se puede catalogar como menos que una crisis. Según Camacol, a abril de este año las ventas de vivienda nueva habían caído un 62 % frente al mismo mes el año anterior, siendo más acentuada la caída en las viviendas VIS: una disminución del 66 %. No es la única métrica del sector que se está viendo mal: las iniciaciones de VIS están cayendo 39 % y los desistimientos podrían alcanzar disminuciones cercanas al 40 % durante los próximos meses.
Durante la crisis financiera de 2008 en los Estados Unidos, que golpeó como nunca al sector de bienes raíces, la caída en las ventas de vivienda nueva en aquel país jamás superó el 50%. Entendiendo ese dato, causan asombro las cifras que está manejando el sector inmobiliario en Colombia en lo que va de año.
Hay que entender que este sector ha sido uno de los grandes jalonadores de nuestra economía en tiempos recientes. No solo ha llegado a representar casi el 5 % del PIB, sino que además impulsa millones de empleos directos e indirectos. La caída dramática que vive el sector podría sumirnos en una profunda crisis. Y como se vivió durante la del UPAC, los efectos de algo así serían devastadores para todos los colombianos.
Ministra Catalina Velasco, desde estas páginas le hacemos un llamado para que reconsidere la forma en la que se está asignando el programa Mi Casa Ya. Las buenas intenciones que hay detrás de focalizar mejor este subsidio no han tenido los frutos que se esperaban. Por el contrario, podrían estar causando un daño irreversible para toda la economía del país. Todavía se puede remediar. ¿Por qué no pensar en volver al criterio de selección de los salarios mínimos que antes tenía Mi Casa Ya?