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Medellín necesita, urgentemente, dirigentes que se abanderen de la educación. De lo contrario, no solo seguiremos lejos de ser los “más educados”, sino que estaremos condenados a convertirnos en “Medellín, la poco educada”.
No se puede evitar sentir una profunda nostalgia al recordar ese eslogan que hace no mucho tiempo hizo carrera en la ciudad y que decía: “Medellín, la más educada”. Por supuesto no era una meta alcanzada, pero era una aspiración a la que sucesivas alcaldías le pusieron ganas y recursos.
Ahora, con solo recorrer cualquier barrio de la ciudad, lamentablemente, a nadie se le ocurriría pensar que Medellín es “la más educada”. Los colegios están, literalmente, cayéndose. Como lo hemos dicho, la Personería alertó que cerca del 95% de las instituciones educativas del municipio tienen algún problema de infraestructura.
Pero volvemos a hablar del tema porque si ya estábamos preocupados, el estudio que acaba de dar a conocer Medellín Cómo Vamos sobre la educación nos deja alarmados. El estudio ilustra, por ejemplo, como el terrible deterioro de los colegios se debe a la pronunciada caída de los recursos dedicados a mantener y mejorar su infraestructura: entre 2020 y 2022, se destinaron unos $60 mil millones de pesos, apenas una tercera parte de lo que destinó la alcaldía anterior, la de Federico Gutiérrez; casi una quinta parte de lo que se invirtió en la alcaldía de Aníbal Gaviria, y siete veces menos del rubro destinado a colegios durante la alcaldía de Alonso Salazar.
Las escuelas y colegios son lugares sagrados de una comunidad, deberían estar siempre impecables y ser el corazón alrededor del cual viven los barrios, pero en esta administración se desentendieron de ellos. Solo el año pasado, cuando los techos comenzaron a caerse en las cabezas de los niños y la opinión pública se indignó, les pusieron atención. ¿A dónde fueron a dar los recursos que cada cuatro años tenemos para la educación?
Pero lo más revelador del estudio es que los colegios caídos –aunque desoladores e indignantes– podrían ser, increíblemente, apenas uno de los problemas: Medellín está perdiendo el año en casi todas las materias.
Según Medellín Cómo Vamos, las tasas de repitencia en educación secundaria en la ciudad vienen en aumento. Dan un brinco del 6.8% en 2019 al 10.9% en 2020, un efecto en el que probablemente se mezclan los retos educativos que trajo la pandemia, pero que preocupa cuando se compara frente a otras ciudades del país: la tasa de repitencia en secundaria en Medellín, el 2021, fue de cerca al 10%, mayor al 7% de Cali, el 6% de Cartagena y al 5% de Bogotá y Barranquilla.
Lo mismo ocurre al observar la tasa de deserción, que viene aumentando desde el 2020, y en 2022 presentó los niveles más altos alcanzados hace 12 años tanto en educación primaria, media y secundaria: aumentó la deserción 4.4%, 3.8% y 5.9% respectivamente. Además, nuevamente, al comparar, las tasas de deserción observadas en Medellín son mayores a las que se ven en ciudades como Bogotá y Barranquilla. ¿Dónde están los niños y jóvenes que no están en las aulas? ¿Por qué las estrategias de la Secretaría de Educación no están mostrando resultados?
Medellín también se queda rezagada en los puntajes de las pruebas de Estado. Entre las ciudades principales, Medellín y Cartagena son las que peores resultados tienen en Saber 11. El puntaje promedio de Medellín en el 2022 fue de 241, mientras que en Bogotá fue de 270. Una diferencia de 30 puntos con la capital es equivalente a la brecha qué hay entre los puntajes de los colegios rurales y urbanos del país.
¿En qué momento se descuidó la educación de los niños de la ciudad hasta este punto? Más de la mitad de los estudiantes que presentaron la prueba Saber 11 en 2022 no tienen las competencias mínimas para desempeñarse adecuadamente en la educación superior y el mercado laboral, un resultado con repercusiones de largo plazo para toda la sociedad.
A pesar de que Medellín tiene el segundo presupuesto más alto del país, no ha logrado resolver los problemas fundamentales de la educación, mientras otras ciudades principales sí están avanzando. Las frases de cajón y estrategias mediáticas pero sin efectos de fondo como regalar computadores no van a cambiar este desafiante panorama.
¿Cuál será la política educativa que adoptará la ciudad para salir de este hueco en el que estamos? Barranquilla, por poner un ejemplo, le ha apostado fuertemente a una educación pública con énfasis en el bilingüismo, y hasta ahora muestra mejores resultados que Medellín en todas las métricas. ¿Qué proponen los candidatos a la alcaldía?
Hablando de candidatos, con ese panorama tan grave, es ciertamente una ofensa para la ciudad que precisamente intente dirigir sus destinos una persona que según las denuncias, testimonios y evidencias, se ha encargado de malversar los recursos que deberían destinarse a la educación de los niños.
Medellín necesita, urgentemente, dirigentes que se abanderen de la educación. De lo contrario, no solo seguiremos lejos de ser los “más educados”, sino que estaremos condenados a convertirnos en “Medellín, la poco educada”.