Es temprano para entregar resultados con mediciones definitivas y en alza en la mejoría de la calidad del aire en Medellín y su área metropolitana, pero es momento para destacar que los agentes esenciales en la búsqueda de indicadores positivos ratifican que está en marcha, firme y sostenido, el suministro de combustibles menos contaminantes para el Valle de Aburrá. Un avance decisivo.
Los ministerios de Medio Ambiente y de Minas, Ecopetrol, la Procuraduría General de la Nación y la Alcaldía de Medellín, confirman que el diésel que ya llega a esta metrópoli tiene una bondad que supera lo prometido: no solo estar por debajo de 25 partes por millón de contenido de azufre, como se anunció en respaldo al Pacto por la Calidad del Aire y en respuesta al pedido de las autoridades locales, sino que incluso se redujo a 10 partes por millón de azufre.
Ese concurso de voluntades producirá efectos ambientales, en el mediano y largo plazos, que ayudarán a evitar en la capital antioqueña las alertas naranjas y rojas que incluso exigen, en este mes, retomar el pico y placa ambiental para prevenir aquella bóveda gris que ha cubierto la ciudad en marzo-abril y octubre-noviembre durante los tres últimos años.
Se destaca la capacidad que muestra Medellín para afrontar las contingencias atmosféricas que derivan del crecimiento (y envejecimiento) del parque automotor, de los bajos estándares del diésel y la gasolina que se venían empleando, y por supuesto de otros fenómenos asociados a las crisis planetarias en materia de gases de efecto invernadero y cambio climático.
De una realidad agobiante para los ciudadanos, e inquietante para los gobiernos del Valle de Aburrá, se pasa a un escenario de resiliencia: frente al infortunio de las emergencias y las preocupantes estadísticas de problemas de salud disparadas por la calidad del aire, se pasa a soluciones que integran esfuerzos estatales, privados, científicos, tecnológicos y cívicos en procura de hacer más sana y amable la vida en la ciudad.
Las conversaciones iniciadas hace un año entre la Alcaldía y Ecopetrol empiezan a mostrar resultados de entendimiento y acción: de una tarea que en principio se concibió como casi imposible, por parte de los técnicos de la petrolera, se pasa a estadios más optimistas y las pruebas corroboran impactos positivos iniciales en puntos de monitoreo del aire del Aburrá.
Lo fundamental, como se advirtió, es que ya no se trata de una prueba transitoria, parcial, sino que se consolida el suministro sostenido de un combustible de especificaciones de menos partículas y por supuesto más benéfico para ayudar a la descontaminación de la capital de Antioquia. Medellín dispone ya de un diésel con promedios entre 10 y 15 partes por millón de contenido de azufre, lo que la iguala con urbes a la vanguardia en países como Estados Unidos, Chile y algunas de México.
Los pedidos de Medellín, que exigieron a tope el conocimiento, los equipos y los procesos de Ecopetrol, estimularon el mejoramiento general de las especificaciones del diésel para el resto del país. “Superadas discusiones muy robustas” Alcaldía-Ecopetrol, el logro tiene impactos en un combustible que a nivel nacional pasa a estar entre 15 y 20 partes por millón de azufre.
Los hechos muestran otra vez a una Medellín que planta bandera en el desarrollo de soluciones a problemas del país: luchar por la calidad del aire. Es apenas el inicio, no un canto de victoria. Es el asomo de un panorama más alentador y limpio, pero al tiempo es el despunte de la respuesta a un reto contemporáneo no lateral de la humanidad: el desarrollo sostenible. Y Medellín, como lo hizo ante otros problemas del pasado, empieza a estimular pactos para salir adelante.