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Al paso que vamos el “Made in China” que nos ha acompañado por muchos años no solo no desaparecerá si no que estará también ahora en productos mucho más complejos y sofisticados.
Acaba de darse a conocer una noticia que causó verdadera sorpresa: China se ha convertido en el mayor exportador de automóviles en el mundo, superando a Japón, Alemania y Estados Unidos, algo que hace unos años hubiera parecido inverosímil.
En 2015, China exportaba cada año menos de 370 mil carros, una cifra inferior a la de la India y equivalente a lo que Alemania y Japón exportaban en un solo mes. Sin embargo, para el 2021, ya China exportó 1,5 millones de autos; en 2022, 2,7 millones, y ahora, en 2023, se reporta que más de 5 millones de vehículos chinos han sido vendidos al mundo, muchos de ellos vehículos eléctricos. Es decir, en apenas ocho años China multiplicó por 13 el número de carros exportados y se convirtió en líder de una de las industrias más complejas del mundo.
Al principio, China exportaba sus carros a países en desarrollo. Pero actualmente, con marcas como BYD, principal competidor de Tesla, China ha empezado a dominar los mercados de países más desarrollados y los segmentos de lujo.
Un detalle que termina siendo muy significativo: China está pasando de ser conocida en el mundo por productos de bajo costo, a ser una potencia manufacturera especializada en segmentos de alto valor agregado.
Por ende, el término “Made in China” ya no tiene el mismo significado que tenía antes. Con el ejemplo que está dando China en generación de energías renovables, en trenes de alta velocidad y en vehículos eléctricos, la realidad es que la potencia asiática ya no es sólo “la fábrica del mundo” sino que se está convirtiendo en líder en industrias que requieren el uso de la tecnología de punta.
En el caso de los trenes de alta velocidad, por ejemplo, desde 2008, China ha desplegado una extensa red en su territorio, a tal punto de que supera en longitud a la combinación de todas las demás redes de este tipo en el mundo. Hasta 2023, contaba con más de 40 mil kilómetros de ferrocarriles de alta velocidad y tenía 30 mil kilómetros más planificados para su construcción. En contraste, las naciones pioneras en trenes de alta velocidad, como España, Francia o Japón, no alcanzan ni los 5 mil kilómetros cada una. China, además, ha desarrollado este sistema en apenas 15 años y de manera altamente eficiente, costando un 40% menos por kilómetro en comparación con Europa, según estimaciones.
En cuanto a la energía eólica y solar, China ha desempeñado un papel crucial en la reducción de los costos de los paneles solares y otros componentes de la cadena de generación de este tipo de energía. A pesar de que China representa la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo por su extensa industria del carbón, también se ha convertido en parte de la solución al promover la implementación masiva de energía solar y eólica.
Según la Agencia Internacional de Energía, en 2023, China instaló la misma capacidad de energía solar fotovoltaica que la suma de la capacidad mundial agregada en 2022. La velocidad de crecimiento del gigante asiático ha llegado a un punto que entre 2016 y 2022 aumentó su capacidad instalada de energías eólica y solar en 681 GW, lo que equivale a decir que cada dos meses China construye para generación de energía solar y eólica, lo mismo que genera Colombia en todas las formas de energía.
Y con respecto a los vehículos eléctricos, se refleja una vez más la capacidad del gobierno chino para desplegar recursos masivos en un tiempo muy breve. China cuenta con los insumos claves para toda la cadena de producción de vehículos eléctricos, lo cual da una ventaja competitiva a todos los fabricantes que elijan establecerse en el país.
Sin embargo, lo que dio el gran empujón ha sido que los fabricantes chinos han tenido la oportunidad de comenzar desde cero en la carrera por los vehículos eléctricos, respaldados económicamente por completo por su gobierno y con un mercado interno listo para absorberlos.
A pesar de los numerosos desafíos que enfrenta su economía, los avances de China en este tipo de tecnologías han demostrado su asombrosa capacidad para movilizar recursos a gran escala. Aunque el resultado no siempre es rentable o eficiente a corto plazo, este enfoque ha logrado milagros tecnológicos e industriales que ningún otro país ha podido alcanzar en tan poco tiempo.
Al paso que vamos el “Made in China” que nos ha acompañado por muchos años no solo no desaparecerá si no que estará también ahora en productos mucho más complejos y sofisticados.