Las autoridades de gobierno y policía de Medellín destacaron las cifras que tuvo marzo en materia de homicidios: 29, además de que hubo 12 días del mes sin que se presentaran asesinatos. El contraste lo marca que entre el primero de enero y el 31 de marzo se sumaron 119 homidicios, mientras que en ese mismo período de 2015 se dieron 108 muertes violentas.
Marzo rebajó las estadísticas que en enero y febrero se habían elevado, en especial por ciertos focos de choques entre bandas delincuenciales del noroccidente (Robledo y Castilla), que arrastraban dinámicas de la disputa entre estructuras criminales de Bello.
Pero hay que destacar que marzo fuese el mes menos violento en los últimos 37 años de la ciudad. Ello indica que en el trabajo a fondo y articulado que vienen haciendo la Alcaldía de Medellín y la Policía Metropolitana, hubo capacidad de respuesta para identificar “puntos calientes” de homicidios y desplegar acciones que contuvieran su ocurrencia.
Aunque las tasas aún no son las deseables (se debe llegar a 15 por 100 mil habitantes, o menos), se mantiene cierta tendencia estable o decreciente, como ocurrió en marzo. Y en ese ejercicio de autocrítica el alcalde Federico Gutiérrez ha sido sensato: no maquillar cifras y no creer que Medellín tiene pocos problemas ni mucho menos que los ha resuelto todos.
De los programas emprendidos hasta ahora se han destacado las acciones contra el crimen organizado en el Centro (Comuna 10, La Candelaria) y la lucha contra el microtráfico en zonas históricas de expendedores, como en algunos rincones del Barrio Trinidad (o Antioquia). En esa línea está también un esfuerzo decidido por rebajar el hurto a personas y el de automotores (carros y motos), cuyos resultados esperan verse en el mediano y largo plazos.
Es importante, además de que las estadísticas ofrezcan cifras con mejorías, que la sensación de seguridad en los ciudadanos tiende a recuperarse.
Medellín ha logrado acumular importantes recursos tecnológicos y humanos para su sistema de seguridad, y sobre todo sincronizarlos y darles eficacia puntual, focalizada, y ello deberá consolidarse en el tiempo con esta administración que apenas comienza y tiene una ardua tarea para seguir avanzando.
Hemos sostenido que la ciudad tiene un buen cascarón de infraestructura y que debe capitalizarse llenándolo de contenidos: en cultura ciudadana y de legalidad, con programas de inversión social incluso más agresivos y amplios, lo cual por supuesto se traducirá en una sociedad más equitativa y respetuosa del valor sagrado de la vida.
Es el énfasis que debe hacerse todo el tiempo: el de la acción integral y humana que evitará cada vez más que los niños entre los 10 y los 17 años busquen afecto, identidad o recursos económicos en las filas del crimen organizado y en las rentas del dinero fácil.
Por lo pronto, alienta que marzo hubiese quebrado y puesto en declive las cifras de homicidios, tema esclavizante e insoslayable de los gobiernos, en especial en urbes complejas, intensas y vertiginosas como la nuestra.
Ojalá, aunque cada alcaldía es autónoma, se pueda avanzar también en el diseño de planes metropolitanos de seguridad, en un Valle de Aburrá cada vez más interconectado y conurbado. En lo inmediato, firmeza, autoridad y operatividad. Que se note que hay gobierno y hay control.