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Ganar indulgencias con padrenuestros ajenos

Ojalá que las magníficas cifras de inversión extranjera le hagan entender al gobierno que el capital y los empresarios no son el enemigo a batir, sino que gracias a ellos se puede generar más empleo y crecimiento.

31 de mayo de 2023
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Quién entiende al presidente Gustavo Petro. No ha hecho otra cosa que poner en el patíbulo a la minería y al petróleo acusándolos de todos los males del país y ahora saca pecho cuando se conocen cifras récord de inversión extranjera gracias a los recursos que llegaron a estos dos sectores.

“Nunca se había registrado una cifra de llegada de inversión extranjera directa como la que se registró en el mes de abril. La más alta de la historia”, escribió el mandatario en uno de sus múltiples trinos. Lo que no mencionó es que esa llegada masiva de capitales fue gracias a las inversiones que se hicieron en dos sectores clave para la economía colombiana y que son los que el gobierno quiere marchitar. Y todo a pesar de las alertas que se han encendido sobre este salto al vacío.

De acuerdo con cifras del Banco de la República, la inversión extranjera directa llegó a 1.951 millones de dólares solo en abril. De esos recursos,

88% ingresaron al sector minero energético. El año pasado se reportó una cifra récord de 17.048 millones de dólares, casi el doble que el año inmediatamente anterior, de los cuales 2.777 millones corresponden a los sectores de minas e hidrocarburos y 5.530 millones a servicios financieros.

Es paradójico que en medio de tanta incertidumbre sobre el desempeño de la economía colombiana se presenten estas buenas cifras, que son aprovechadas por el gobierno para decir que no es cierto que esté espantando a los inversionistas. Sin embargo, hay que señalar que muchos de los recursos externos que llegan al país corresponden a operaciones y negocios que se hicieron con muchos meses o incluso años de antelación y que se van concretando con el paso del tiempo.

Por eso es conveniente mirar la evolución de esta variable en los próximos meses. Nada mejor que sigan llegando recursos foráneos a todos los sectores porque eso demuestra la confianza y la competitividad que ofrece el país frente a sus vecinos. Y qué bueno que el gobierno entienda que el capital y los empresarios no son el enemigo a batir, sino que gracias a ellos se puede generar más empleo y crecimiento.

De ahí la importancia de las señales que se lancen al mercado para que vea que en Colombia se están haciendo las cosas bien, que hay un manejo ortodoxo de la economía, y no como ocurre actualmente en otros países que afrontan graves problemas por gobiernos populistas que gastan a manos llenas.

Desafortunadamente, los mensajes del gobierno Petro no son los más apropiados para incentivar la inversión. En el caso del sector minero energético, la reciente aprobación de la reforma tributaria incrementó los impuestos, lo que nos resta competitividad. A ello se suma el hecho de que esta administración ha reiterado hasta el cansancio que no va a firmar nuevos contratos de exploración de hidrocarburos. Con esta declaración no se ve factible que siga llegando la inversión extranjera en este renglón. Si no hay un giro en la política petrolera, a la vuelta de unos años veremos las consecuencias nefastas para todos los colombianos: tendremos que pagar más por combustibles importados.

Lo mismo puede pasar en otros sectores productivos que están temerosos por los impactos de reformas como la salud y la laboral. La primera puede desestimular las inversiones en uno de los sectores que tuvo mayor transformación en los últimos 30 años, y la reforma laboral puede encarecer los costos de la nómina de las empresas, haciendo más difícil la contratación de personal.

Pero hay un tema que está sembrando mucha zozobra en el país, al que el gobierno no le ha puesto la suficiente atención, y que espanta a cualquier inversionista, local o extranjero. La inseguridad en campos y ciudades está desbordada. Varios gobernadores vienen advirtiendo desde hace meses cómo miembros del Eln, de las disidencias de las Farc y de organizaciones criminales están copando los territorios, sin que el Estado intervenga. Los llamados son angustiosos y no pasa nada.

Hay que recordar que la petrolera Emerald Energy decidió cancelar su contrato de exploración en Caquetá, tras la toma de sus instalaciones, y que la italiana Enel anunció la suspensión de su proyecto eólico Windpeshi por los múltiples obstáculos que ha encontrado en La Guajira.

Si el gobierno quiere seguir sacando pecho con la llegada de la inversión extranjera debe eliminar las trabas y la incertidumbre, y mantener reglas de juego claras, de lo contrario los capitales buscarán otros horizontes. .

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