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Aunque los reclamos de los pasajeros en los aeropuertos son una constante, en las últimas semanas se han multiplicado no se sabe muy bien por qué: lo cierto es que cancelan vuelos o los reprograman.
El aumento de las quejas se presenta en momentos en que el país se alista para la temporada de fin de año. Y mientras crecen las quejas, las respuestas de las autoridades aeronáuticas brillan por su ausencia, o en el mejor de los casos la solución que brindan es que nos armemos de paciencia. Muy poco se escucha la voz del director de la Aeronáutica Civil, Sergio París Mendoza, quien se posesionó hace un año y debe tener un amplio conocimiento del sector porque lleva cerca de 30 años trabajando en la entidad.
Ante el aumento de vuelos cancelados, la única explicación de las compañías y la Aerocivil es que obedece a condiciones meteorológicas, baja visibilidad por neblina y vientos que han obligado a modificar los aterrizajes. Eso es cierto, pero no es todo. Es un secreto a voces que los controladores aéreos hacen operación tortuga para exigir que llegue más personal a cumplir esa labor.
La situación llegó a un punto crítico con el saldo de más de 90.000 pasajeros afectados por vuelos cancelados y reprogramados, lo que llevó a la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) a solicitar que se mejore la eficiencia y se fortalezca la capacidad en el aeropuerto Eldorado de Bogotá, al tiempo que señaló que “las condiciones de mal tiempo no pueden seguir causando este tipo de afectaciones en Eldorado”.
Por su parte, la Superintendencia de Transporte, ha impuesto medidas administrativas por la falta de información clara, veraz y oportuna sobre las demoras y cancelaciones de los vuelos. A Avianca le pidió implementar un plan de acción, de manera inmediata, para atender los requerimientos de los usuarios.
Si bien, nadie cuestiona que se presenten problemas relacionados con el clima, en Bogotá se volvió costumbre echarle la culpa de todo lo que pasa en Eldorado, sin que se tomen medidas de fondo a los problemas que llevan años sin resolverse.
Para nadie es un secreto que el principal aeropuerto del país se quedó pequeño y que no da a abasto para atender la gran cantidad de vuelos diarios. Se estima que en temporada alta por este terminal pasan a diario más de 140.000 viajeros. Si se afecta Eldorado se trastocan las operaciones en los demás aeropuertos, muchos de los cuales también han visto cómo su infraestructura se quedó pequeña o anticuada.
Un informe de la Aerocivil señala que entre enero y octubre de este año se movilizaron por vía aérea 40 millones de viajeros, de los cuales 24,1 millones corresponden a vuelos domésticos, que cayeron cerca de 12% frente a igual periodo del año anterior, mientras que los pasajeros internacionales siguen aumentando, con 16 millones y una variación del 28%. Para la temporada de fin de año, que va desde el 7 de diciembre hasta el 22 de enero de 2024, se esperan 11,2 millones de viajeros, siendo los terminales de Bogotá y Rionegro, los de mayor demanda.
Desde hace años se viene insistiendo en la urgencia de construir una tercera pista en Eldorado, pero durante el gobierno Duque se desestimó esta opción con la excusa de la pandemia y no se volvió a hablar de un segundo terminal aéreo en la Sabana de Bogotá.
A ello se suma otro problema. Según la Asociación Colombiana de Controladores de Tránsito Aéreo, el terminal carece de personal suficiente para atender las crecientes operaciones y estimó en por lo menos 400 el número de controladores que faltan y que vienen solicitando desde hace años.
Además, dicen que no hay elementos suficientes en materia de comunicaciones aeronáuticas, sistemas de vigilancia y radares, fundamentales para la prestación de un buen servicio. Durante el congreso de la Cámara Colombiana de la Infraestructura el director de la Aerocivil negó que haya un déficit de controladores.
A los vientos de cola que se agitan en el sector aéreo se suma el impacto que dejó la salida de las aerolíneas de bajo costo como Viva y Ultra Air, que se reflejó en la caída del 12% en la movilización de pasajeros doméstico en lo corrido del año. Aunque otras compañías han tratado de copar este espacio, hasta ahora no lo logran por los elevados precios de los tiquetes.
Lo cierto es que el sector aéreo colombiano viene enfrentando problemas desde hace tiempo, que siguen creciendo sin que se les preste la atención adecuada.
Si el gobierno quiere vender a Colombia como el país de la belleza y atraer 7,5 millones de turistas internacionales, debe tomar medidas para garantizar que se ofrezca un mejor servicio, ampliar la infraestructura, revisar los costos que inciden en el valor de los tiquetes, entre ellos los elevados impuestos, y presionar para que las autoridades aeronáuticas hagan la tarea e impongan drásticas sanciones si se perjudican a los viajeros sin justa causa. Porque por más paciencia que se les pida a los viajeros esta se agota.