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El coronavirus, problema de todos

Es una pandemia, es real y es grave. La oportunidad de Colombia está en implementar al máximo políticas que ayuden al distanciamiento social para que el ritmo de contagio sea más lento.

  • ilustración Morphart
    ilustración Morphart
16 de marzo de 2020
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Infectólogos y científicos en el mundo están haciendo su mejor esfuerzo por entender y resolver el fenómeno, mientras tanto es irrefutable que los países que han tomado medidas drásticas de aislamiento e implementado los test con rigor son los que mejor están resolviendo la crisis. Solo basta con comparar los datos de Corea del Sur frente a los de Italia.

Nació en China, se expandió por Asia, pasó a Italia y de ahí se regó por Europa. Así, uno a uno, invade al resto del mundo. La ventaja de Colombia radica en que puede observar el desarrollo que ha tenido el virus en otros Estados para crear y ajustar su estrategia de respuesta. El pecado ha sido no tomar medidas contundentes a tiempo.

Una de las razones de estos descuidos radica en no tomar en serio las cifras y no advertir la imprecisión de las mismas. Este desfase en los datos se genera porque las personas contagiadas demoran varios días en mostrar síntomas y ser diagnosticadas. Por tanto, sin saberlo, han expuesto a todo su entorno antes de ser aisladas. Como consecuencia, el número de personas afectadas tiene unos crecimientos exponenciales a grandes velocidades, poniéndole así una presión extrema al sistema de salud con niveles críticos de atención y haciendo que aumente la letalidad global que hoy está en 3,7 %, según la Organización Mundial de la Salud.

Otra de las razones es el rigor de los test. El coronavirus es invisible, pero está activo generando contagio y poniendo en riesgo, sobre todo, a niños, adultos mayores con cuadros clínicos y personas vulnerables. Es clave que las autoridades colombianas exijan y cumplan los protocolos de identificación, control y aislamiento. La oportunidad de Colombia está en implementar al máximo políticas que ayuden al distanciamiento social para que el ritmo de contagio sea más lento, menor el número de muertes, decrezca la presión al sistema de salud y la cura o la vacuna tengan tiempo de aparecer. De todos depende vivir este tsunami con mayor control y serenidad.

¿Qué podemos hacer?

Como individuo cada uno es libre en su actuar, por tanto, debe asumir su responsabilidad con calma y acatar absolutamente todas las recomendaciones de las autoridades para cuidarse. Con esta actitud sana, desde el ser y el hacer, se convierte en un miembro de la sociedad que puede sentir satisfacción porque su rol protege a toda la comunidad y lo convierte en un influenciador positivo para su familia, amigos y entorno. No hacerlo, insistimos, aumenta la velocidad de contagio del país, la exigencia al sistema de salud y los muertos. Ante este reto enorme tenemos hoy una bella oportunidad de reencontrarnos como personas, con nosotros mismos y el otro, cumpliendo con el deber ser, haciendo el bien.

Como familias y amigos, cada círculo debe velar por la conciencia y disciplina del grupo. Proteger a niños y mayores, no olvidar a los vecinos, especialmente si son adultos mayores, y a las personas vulnerables.

Como empresa cada entidad está en el deber de proteger su ecosistema para garantizar el bienestar de sus empleados y clientes. Esta es una etapa que sin duda pone bajo presión extrema las realidades financieras de las compañías, pero reconocemos el valor de aquellas que han tomado acciones contundentes como instalar sistemas de trabajo en casa, implementar métodos virtuales de trabajo, cancelar eventos, cerrar centros culturales y parques, etc. En el medio están algunas que parecen no estar conectadas con la realidad. Y, finalmente, en el otro extremo están aquellas cuyos servicios son indispensables y deben consumirse con mesura, pensando en las necesidades de todos, por ejemplo: servicios públicos, centros de salud y farmacias, tiendas de alimentos, etc. Es deber de los ciudadanos tomar nota de su valentía, protegerlas y abrazarlas hoy y en el futuro cuando podamos decir que ha vuelto la calma.

Los gobiernos locales, regionales y nacionales deben tener las prioridades claras y actuar en consecuencia, regulando para contener y mitigar el efecto. Celebramos la decisión del presidente Iván Duque de cerrar colegios y universidades públicas y privadas. Sin embargo, invitamos al gobierno a estudiar las medidas que han tomado los países que lograron mitigar la curva de contagio y mortandad.

Finalmente, la invitación es a vivir esta etapa desde la conciencia, con serenidad y una sonrisa. Es, sin duda, una época exigente en la que el compromiso responsable y generoso de cada uno es anónimo pero trascendental.

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