El Consejo Privado de Competitividad dio a conocer el undécimo Informe Nacional de Competitividad (INC) 2017-2018. Este se da en una coyuntura especial para Colombia caracterizada por la terminación del período del actual Gobierno, las dificultades de la economía a raíz de su desaceleración, los retos del posconflicto y la urgente necesidad de impulsar el crecimiento y el desarrollo del país.
Por tal motivo, el reporte aborda, desde la óptica de lo fundamental que representa la competitividad para el progreso y el bienestar de todos los colombianos, diferentes aristas del momento económico que se vive.
Así, el Consejo reconoce que el problema central de la competitividad de Colombia (que avanza, pero lo hace a un ritmo lento y vacilante) está en los denominados requisitos básicos del Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial (FEM) y los cuales constituyen las bases esenciales sobre las que se asienta el desarrollo de una nación.
Estos están asociados a las instituciones, la infraestructura, el ambiente económico, la salud y la educación básica.
En el último informe del FEM, Colombia tuvo evidentes retrocesos en este conjunto de factores de la competitividad y, muy especialmente, en las instituciones (afectadas por los crecientes fenómenos de corrupción y la falta de seguridad jurídica para adelantar los negocios), la infraestructura (que, aunque ha recibido un apoyo indiscutible en las dos administraciones de Juan Manuel Santos, enfrenta retrasos y dificultades) y el ambiente macroeconómico (que ha sufrido un deterioro en materia fiscal y de balanza de pagos).
Afortunadamente, en materia de salud y de educación básica, aunque se enfrentan importantes retos, hay mejoras en cobertura y algo en calidad.
El Consejo Privado de Competitividad hace bien en señalar que el actual Gobierno y los que le sucedan deben concentrar buena parte de sus energías en superar las dificultades que se tienen y avanzar en la implementación de las mejoras en los componentes (o pilares) de los requisitos básicos del desarrollo.
Sin ello, será muy difícil mantener una senda de crecimiento y desarrollo progresivo como lo han conseguido otras naciones (como Corea del Sur), que hoy en día están entre las más avanzas del mundo, cuando décadas atrás compartieron niveles similares de desarrollo a los que en ese momento tenía nuestro país.
Otro factor que entraba el avance en materia de competitividad tiene que ver con la eficiencia de los mercados de bienes y del trabajo. Las barreras que aún subsisten en temas de competencia, tributación y legislación laboral constituyen un freno para las empresas e inhiben la llegada de nueva inversión privada.
La superación de estos obstáculos facilita el avance del sector empresarial que, no se olvide, constituye, en una economía de mercado como la colombiana, el motor que, a través de la generación de valor, mantiene en marcha el desarrollo de una nación.
En este sentido, en el INC se hace un llamado para que se tengan avances decididos en lo que se conoce como las estrategias transversales que incluyen, entre otras cosas, una educación pertinente, una política comercial que incentive las exportaciones y una adecuada y eficaz agenda en materia de ciencia, tecnología e innovación.
De esta forma, el Informe presenta una hoja de ruta para que Colombia consolide una senda competitiva y sostenible de progreso económico y social soportada en bases sólidas. Este esfuerzo intelectual y técnico debe traducirse en acción eficaz.
