Las cifras reveladas sobre la deforestación en Antioquia, presentadas por este diario, causan alarma.
En solo 13 años fueron deforestadas 290.000 hectáreas de bosque natural y hoy el territorio boscoso iguala al dedicado a los pastos, cerca de 2,2 millones de hectáreas cada uno, lo que demuestra el paso galopante de la tala indiscriminada.
Apenas queda un tercio de la cobertura boscosa original.
En el departamento se deforestan más de 21.000 hectáreas al año de acuerdo con la última tasa anual presentada por el Ideam y en vez de detenerse aumenta: entre 2013 y 2014 se incrementó 47 % y hoy aporta el 15 % de la pérdida nacional.
Los bosques no solo son esenciales para conservar el agua, tema por el que se ha venido sufriendo a raíz de El Niño, sino que regulan el ciclo climático: la extinción de las selvas modifica el ciclo hidrológico con consecuencias imprevisibles. Esto además de la disminución sentida de recursos bióticos.
Son muchos y variados los factores que inciden en esta problemática ambiental y social, por la cantidad de personas que viven de los recursos del bosque. Desde los culturales, como el mayor valor que se le da a un terreno pelado sobre uno con árboles, hasta un tráfico de madera ilegal sofisticado con muchas ramificaciones y la falta de vigilancia efectiva y de programas de sustitución de ingresos para las familias que ven en la tala su modo de supervivencia.
Otro documento presentado por el periódico, con escalofriantes fotografías del daño causado por la minería en el Bajo Cauca, ilustra muy bien la magnitud de la pérdida que provoca esta actividad legal, otro de los grandes factores. Un documento que refuerza las cifras del Ideam que presenta a los municipios del Nordeste (Remedios, Segovia y El Bagre) donde predomina la extracción irregular del oro, como los tres de Antioquia a la cabeza de los más deforestadores, ya con cerca de la mitad de su territorio arrasado.
Pero a la vez que se divulgaron las preocupantes cifras, se anunció la creación del Observatorio de los Bosques Andinos, con el que se pretende fortalecer esquemas y prácticas para restaurar y conservar áreas estratégicas.
Valga recordar que en Antioquia solo en las regiones del Paramillo, los límites con Chocó y hacia San Lucas aún subsisten manchones de bosques bien conformados aunque igualmente amenazados.
Con aquella iniciativa se extenderá la acción de Banco2, un programa de compensación económica al campesinado por la protección del bosque, que lanzado por Cornare y de probado éxito en el Oriente se ha extendido a otros departamentos y a algunas regiones antioqueñas.
Es una de las acciones para fomentar, mas existen otras en camino que pueden dar resultados y que deben fortalecerse: con el respaldo de varias Corporaciones Autónomas, entre ellas Corpurabá, se publicó el primer catálogo con 28 empresas que cumplen con la legislación forestal y comercializan madera legal hacia distintos mercados, práctica que se puede incentivar e invitar a las comercializadoras para acoger solo el producto certificado.
No se puede dudar que la pérdida del bosque es uno de los más grandes flagelos ambientales del departamento y que se debe redoblar el esfuerzo para detenerla y con iniciativas como el Observatorio acelerar su recuperación.
Por el bien de todos.