Celebramos la inauguración de la planta de tratamiento de aguas residuales Aguas Claras, en Bello, por Empresas Públicas de Medellín (EPM), como una apuesta al desarrollo sostenible, a la creación de una ciudad compacta, dinámica, descontaminada, verde, amigable con el peatón y responsable con el ciclo del río y sus quebradas, desde sus nacimientos hasta sus desembocaduras.
Era una enorme deuda ambiental devolverle la vida al río, otrora santuario de la biodiversidad, que cruza y dio vida a los diez municipios de la subregión del Aburrá.
El reto está en que las futuras administraciones de Medellín y el Área Metropolitana avancen en las otras plantas de tratamiento del norte del Aburrá para una limpieza total del afluente y no se repitan fracasos administrativos y ambientales, motivados por celos políticos, como el desmantelamiento del Instituto Mi Río, hecho que elevó los costos de la descontaminación del río, dilapidó miles de millones invertidos en ese plan ambiental y retrasó, por décadas, la recuperación del afluente.
Aguas Claras es un enorme esfuerzo de ciudad. Su costo alcanzó los 1,6 billones de pesos, con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por 450 millones de dólares. Su etapa constructiva fue un desafío para la ingeniería y generó más de 10.000 empleos.
Esta planta, unida a la de San Fernando, también de EPM, en Itagüí, que opera desde el año 2000, convierten a Medellín y demás municipios del área metropolitana, en vanguardia nacional de recolección y recuperación de aguas residuales. El 84 por ciento de las mismas de todo el Aburrá ahora son canalizadas, a través de una extensa red de alcantarillados, de 4.600 kilómetros y conducidas a las plantas donde son procesadas para, finalmente, regresarlas al afluente, libres de su carga de residuos contaminantes generados por viviendas, industrias, comercios y otras fuentes. El proyecto eleva el nivel de oxígeno disuelto en el río a un promedio de 5 mg/l (cinco miligramos por litro), característico de los ríos descontaminados, algunos de los cuales cruzan las urbes más avanzadas del mundo.
La defensa de ambiental del planeta: aire puro, ríos, mares, lagos y tierra libres de agentes tóxicos y arrasadores de recursos, empieza por lo local y se proyecta a lo global. Liberar al río Medellín de sus impurezas favorece a la limpieza de otros afluentes, caso el Magdalena, sus afluentes y el mar Caribe, donde termina buena parte de las aguas negras, desechos industriales, comerciales y otras cargas infecciosas generadas en una región tan densamente poblada y con graves problemas de planificación como el Aburrá.
Innovador y novedoso que Aguas Claras, sobre la que llovieron críticas por el supuesto impacto ambiental negativo que generaría en las comunidades vecinas, termine convertida en un parque natural de gran significación para el norte del Aburrá y Bello, población con un gran déficit de espacios verdes para la recreación y el ocio ciudadano. Allí EPM creará una nueva Unidad de Vida Articulada (UVA), de 27.000 metros cuadrados, con zonas peatonales, ciclorrutas, auditorios, aulas educativas ambientales, centros de apropiación de nuevas tecnologías, áreas infantiles y otras iniciativas en pro del desarrollo y la convivencia ciudadana.
Con la descontaminación del afluente, un sueño compartido de todos los habitantes del Aburrá, la arquitectura, el desarrollo, los planes ambientales, sociales y culturales de un Medellín sostenible, sin duda, tendrán como eje la ribera del río.