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A falta de las Ías,
buena es la Veeduría
¿Realmente los congresistas que otorgaron una condecoración a Quintero están dispuestos a asumir el costo político de ser considerados cómplices de este desgobierno?
En Bogotá, con excepción de la Procuraduría y de algunos congresistas y medios de comunicación, parecen estar sufriendo de una curiosa desconexión con la realidad de Medellín.
El último episodio lo protagonizó el presidente de la Cámara de Representantes, el liberal Andrés Calle, quien condecoró al alcalde Daniel Quintero. Le impuso una medalla rimbombante: la Orden de la Democracia Simón Bolívar. Una condecoración que según se puede leer está reservada para personas “por sus obras y aportes en pro de la sociedad y la democracia”.
Hablamos de desconexión porque el acto fue un día por la tarde a pesar de que por la mañana, de ese mismo día, la veeduría Todos por Medellín había denunciado ante la Fiscalía la existencia de un cartel de la contratación en la alcaldía de Daniel Quintero, en el cual estarían implicados, según la denuncia, secretarios del despacho y hasta el propio alcalde. Este cartel, según la Veeduría, habría malversado contratos por $268.000 millones entregados por Metroparques en 84 procesos de contratación.
La veeduría mostró como en esa cartelización se habrían cometido al menos cinco delitos: celebración de contratos sin cumplimiento de requisitos legales, violación del régimen legal o constitucional de inhabilidades e incompatibilidades, peculado por apropiación, falsedad en documento público y falsedad en documento privado.
Lo peor es que lo de Metroparques no es un caso aislado. Se podría hacer un ejercicio de investigación similar en cada una de las entidades vinculadas del conglomerado, como la EDU, Metroplús, Terminales, por ejemplo, y de acuerdo con las múltiples denuncias que se han conocido en los últimos cuatro años no sería extraño encontrar el mismo modus operandi.
Por no hablar de la situación de EPM que merecería, no un capítulo aparte, sino todo un libro. El alcalde ha erosionado el gobierno corporativo de una empresa que solía ser un modelo a seguir, promoviendo una narrativa de tipo “Robin Hood” con una finalidad siniestra: entregarle el contrato a una firma china.
A eso se le puede sumar la investigación que publicó EL COLOMBIANO este domingo sobre la participación en la alcaldía de Quintero de un grupo de venezolanos multimillonarios, expertos en sacarle jugo a la contratación del Estado. Algo parecido a ese mortal virus que le ha caído a la democracia que consiste en que a un candidato lo financian contratistas y luego se meten en la administración para sacarle dividendos a la inversión.
La Veeduría ha interpuesto 17 denuncias ante la Fiscalía y esta del cartel es una de ellas. Por ahora, en el búnker sólo parece haber avanzado el caso de los daños del programa Buen Comienzo.
Sea esta la oportunidad para destacar el trabajo de la Veeduría Todos por Medellín, una organización fundada por 29 entidades sociales y 24 líderes de Medellín con gran reconocimiento en la ciudad, de distintas tendencias ideológicas y a quienes solo los une su profundo deseo de cuidar la ciudad. En la Veeduría están organizaciones como Región o Cooperativa Confiar con una larga trayectoria de trabajo con sectores de izquierda, hasta gremios como la Andi y organizaciones de empresarios que han contribuido a la región desde hace décadas como Proantioquia, pasando por fundaciones como Mi Sangre.
Desde que se posesionó el actual alcalde en 2020 la ciudad va en retroceso, no solo en su infraestructura física, sino también en sus cimientos éticos: la administración pública de la ciudad se volvió como una gran cavidad en la que, no importa dónde se toque, pareciera brotar sin freno el pus de la corrupción.
El resultado de todo esto es que, a pesar de que el alcalde Quintero ha tenido a su disposición el mayor presupuesto en la historia de Medellín (poco más de 38 billones de pesos), la ciudad se ve más deteriorada que nunca, tal y como lo hemos documentado en EL COLOMBIANO.
¿Realmente los congresistas que otorgaron una condecoración a Quintero están dispuestos a asumir el costo político de ser considerados cómplices de un desgobierno que, en algún momento, podría enfrentar las consecuencias judiciales debido a las numerosas investigaciones en curso contra el Alcalde?
Es inevitable recordar otros episodios en los que Bogotá ha mostrado una preocupante desconexión con lo que ocurre en las regiones. Como cuando a un personaje de ingrata recordación una revista lo bautizó el “Robin Hood paisa”. O cuando a otros, hoy impresentables, los presentaban como el gran “milagro” empresarial de los Nule. .