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A buscar el gas

Después de Cusiana y Cupiagua, en los Llanos Orientales, descubiertos en la década de los noventa, el país no ha encontrado grandes yacimientos para garantizar un adecuado abastecimiento.

04 de marzo de 2022
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En los últimos meses ha cobrado una importancia sin precedentes la producción y exportación de gas natural, un combustible clave en la transición energética en la que están empeñados varios países para buscar energías más limpias y combatir los efectos del cambio climático. La disparada en el precio de la energía en varios países europeos y la crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania han reforzado la urgencia de contar con suficientes reservas que garanticen un adecuado suministro.

Rusia es uno de los principales protagonistas en el abastecimiento de este energético y sabe que lo puede utilizar como una de sus armas más poderosas. Es, después de Estados Unidos, el segundo productor mundial de gas y exporta cerca del 40 % del combustible que consume Europa. Además, Rusia es el segundo exportador mundial de petróleo del mundo y buena parte de este y del gas pasa por una potente red de gasoductos en Ucrania para ser distribuido a otros países.

Como sabe que tiene la sartén por el mango en materia energética, Putin puede decidir en cualquier momento recortar el suministro de gas al viejo continente, en represalia por las duras sanciones económicas adoptadas por varios países con el fin de castigar su invasión a Ucrania. Un recorte en el suministro sería un golpe durísimo para Europa, que se está recuperando de los efectos de la crisis económica causada por la pandemia y de la disparada en los precios de la energía eléctrica.

Aunque en Europa ha aumentado la producción de energías renovables no convencionales, como la eólica y solar, no tienen la capacidad de reemplazar el gas, razón por la cual países como Alemania podrían ser uno de los grandes damnificados. Pese a la gran dependencia de las importaciones de gas de Rusia, Alemania ha sido radical y no se ha dejado amedrentar. Una de las más recientes decisiones fue la de suspender la certificación del gasoducto Nord Stream 2, que debía llevar gas desde Rusia a Alemania y puede abastecer a cerca de 26 millones de hogares europeos. A pesar de que el gasoducto de 1.231 kilómetros y un costo de 11.300 millones de dólares ya estaba terminado, quedó paralizada su entrada en operación. Ayer mismo, la constructora del gasoducto, propiedad del gigante ruso Gazprom, se declaró en bancarrota.

Con un petróleo que superó los 110 dólares el barril, el gas, cuyo precio ha aumentado más del 40 % en los últimos días, se convierte en un energético estratégico y valioso para las naciones productoras. Colombia, por lo pronto, se está beneficiando de los altos precios del petróleo y no tiene problemas en el suministro de abastecimiento del gas. Según Naturgas, el país tiene reservas probadas para cerca de ocho años, pero podría tener un potencial de hasta sesenta terapies cúbicos, equivalentes a más de cien años de autoabastecimiento. El gremio considera que en esta materia Colombia “está en una posición privilegiada en medio de la crisis” y que las alzas de las tarifas de gas en Europa no deben afectar los precios del gas natural en el país, ya que la atención de la demanda de hogares, industrias, comercios y vehículos se atiende con la producción local y no depende de las importaciones.

Si bien esta es una situación privilegiada, el panorama para el mercado del gas en Colombia no está del todo despejado. Un gran potencial de reservas no es suficiente, se necesitan nuevos proyectos exploratorios para buscarlas y comercializarlas, teniendo en cuenta que varios de los grandes yacimientos están declinando, como es el caso de los campos de Ballena y Chuchupa, en La Guajira.

Después de Cusiana y Cupiagua, en los Llanos Orientales, descubiertos en la década de los noventa, el país no ha encontrado grandes yacimientos para garantizar un adecuado abastecimiento y debe meter el acelerador porque, de lo contrario, a la vuelta de unos años podría convertirse en un importador de este energético, con las graves consecuencias que la crisis actual está mostrando. En el Magdalena Medio y en el Piedemonte Llanero se ha identificado un potencial de gas, así como en el mar Caribe. En yacimientos no convencionales se tendría que utilizar la técnica del fracking (fraccionamiento hidráulico), que causa tanta polémica.

El mundo está viendo cómo en estos juegos geopolíticos el gas se ha convertido en un elemento estratégico y vital para las economías. Colombia no puede quedarse como simple observador, sino que debe buscar nuevas reservas, explorar y explotar un combustible que es más amigable con el medio ambiente y más económico con el bolsillo de los consumidores. Lo peor que podría pasar es que, al igual que se planteó con el petróleo, llegue un candidato y diga que también se debe parar la exploración de gas 

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