Se imaginan si un día despiertan, se toman un café temprano en la mañana, se dan una ducha rápida, desayunan huevos con arepa, queso y chocolate, salen apurados para el trabajo, encienden la radio, se conectan a Spotify y, ¿en el buscador no aparecen las canciones de The Beatles? Luego buscan en Google y no hay ni rastro de The Beatles, luego le preguntan a sus amigos de trabajo, a sus amigos de conciertos, o a cualquiera y nadie tiene ni idea a qué hace referencia ese nombre, The Beatles.
¿Se imaginan que existiera un mundo sin esa banda sonora pícara, feliz, llena de sorpresas, de coros en polifonía, de guitarras brillantes, de simpleza y a la vez tanta construcción?, ¿que existiera un mundo sin canciones como Hey Jude, Michelle, Lucy in the sky with diamonds, Let it be, Across the universe, All my loving, She loves you, Yesterday, Help! y tantas, tantas otras?
Cómo vivir sin saber de la existencia de esos cuatro muchachitos de Liverpool que desde un bar llamado The Cavern, con la inocencia de sus canciones y de sus sueños líquidos, cambiaron la historia del rock y de la música para siempre. Cómo despertar, cómo pasar un día de mierda, un día de lluvia, de absoluta felicidad sin esas canciones profundas, sencillas, sublimes de Paul McCartney, John Lennon, Ringo Star y George Harrison.
Esa pesadilla se vive en una película llamada Yesterday, dirigida por nada más y nada menos que Danny Boyle (Trainspotting; Slumdog Millionaire) y escrita por Richard Curtis (Notting Hill; Love Actually). En esta cinta se imagina un mundo en el que nadie conoce a The Beatles salvo Jack Malik (el protagonista de la historia interpretado por Himesh Patel). Todo sucede por un apagón eléctrico en todo el mundo y un accidente en bicicleta. Luego de recuperarse del accidente, Jack Mlik, el protagonista de la película, un músico frustrado que quiere vivir de las canciones se da cuenta de que The Beatles no existen, nadie los referencia, ni los recuerda, nadie conoce sus canciones y él, en un acto de astucia decide tomar sus melodías, recordarlas, escribirlas y grabarlas para hacerse cara a ellas como el compositor y único intérprete.
Una comedia absurda, pero entretenida que nos hará reencontrarnos con el valor de las canciones y de la cultura popular que construyó esa banda de amigos que cambió la historia de la música.
Por suerte y lejos de esa pesadilla que entretiene y que nos hace valorarlos cada vez más, aún podemos escucharlos, de hecho, podríamos hacer una maratón con ese arsenal de canciones que compusieron en 10 años de existencia y que podríamos reproducir en diferentes momentos de nuestras vidas.
Pero volviendo a la premisa inicial, hay que decir que un mundo sin The Beatles sería uno infinitamente triste, sin lugar a dudas.