No es un secreto que a muchas propuestas musicales del país les falta cancha y profesionalismo a la hora de analizar su proyección y circulación. Y empiezo diciendo esto, por algunas experiencias cercanas que he tenido con el valor económico de los conciertos, el pago que merecen los músicos, y el abuso de muchos contratantes.
La materialización de la música, de las canciones, son en definitiva los conciertos. Los discos se convierten en una hoja de vida, pero los shows en vivo son el espacio donde el músico demuestra verdaderamente de qué está hecho.
Los músicos, para preparar estos conciertos, deberían tener en cuenta muchas cosas. Por lo general, las agrupaciones no saben cuánto cobrar, se asustan y terminan regalando su trabajo o disminuyendo el valor de su propuesta ¿Por qué? Porque nuestra cultura se acostumbró a regatear y porque nos da miedo decir NO.
Pero entonces ¿Qué hay que tener en cuenta para cobrar un concierto? Esta pregunta se la puede hacer cada músico o agrupación, y todas las respuestas serán válidas. Desde mi experiencia, tendría en cuenta las horas de ensayo por mes, los transportes, las cuerdas e instrumentos, el ingeniero de sonido, el roadie o técnico en tarima, el ingeniero de luces, el fotógrafo, la alimentación, la trayectoria de la agrupación y la publicidad destinada para el concierto. Estos son solo algunos ítems indispensables para que un show, medianamente organizado, salga muy bien. Así que antes de cobrar, indague sobre estos valores que a usted le tocará asumir.
En Colombia es común escuchar: ¡Toque, yo le doy el licor, la comida y le brindo el espacio para que se de a conocer! Pero, acaso uno visita un médico y pide una consulta gratis para que su experiencia se replique a otros pacientes, o uno le pide a un taxista una carrera gratis para que este consiga más usuarios. No creo que eso sea ética ni moralmente aceptable. Por eso hay que pararse en la raya y saber que la música y el arte tienen un valor.
En todo esto, es muy importante entender que si todo el gremio musical se une en la sintonía de cobrar lo que realmente es, no habrá degradación del valor de la industria y se logrará que el arte de hacer canciones y brindar experiencias con sonidos, obtenga el beneficio económico que siempre ha querido, pues los músicos no deberían cobrar solo por lo que hacen, sino también por lo que saben.