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Teresita Gómez en una calle de Medellín

27 de junio de 2022
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La historia musical de Medellín ha estado construida por glorias, éxitos, ventas, mitos y un invaluable anecdotario sonoro que merece ser contado. Desde la música campesina, la cumbia y los bailes de salón, la llegada del fenómeno nueva ola, la música tropical, la radio, el adoptado tango, los bares y heladerías, el incipiente rock, el punk medallo, la industrialización, el metal medallo, la música popular, los fanáticos, la internacionalización, la canción de autor, las discográficas, los héroes sonoros, los sonidos alternativos, la música electrónica, el reguetón y todo lo que suena en este valle musical.

Medellín, al igual que su propia génesis de violencia, carros bomba, droga, sicariato y repercusión mundial, tuvo una historia magnánima y digna de producciones cinematográficas o literarias, así como la vida de personas que nos cambiaron la forma de escuchar y ver la música para siempre.

Una de ellas la vida de Teresita Gómez, una de las pianistas más importantes de Colombia y un ejemplo de virtuosismo en humanidad. Su historia parece una ficción inalcanzable, pero es una hermosa realidad digna de homenajes y aplausos.

A los pocos días de nacida fue dejada en una canasta a las afueras de la Fundación Universitaria Bellas Artes en Medellín, y allí recogida con amor por el portero. La adoptaron, la criaron con gusto y desde su cercanía con la Fundación se acercó a la música. La sorprendieron tocando un piano sin permiso, del susto se orinó en la ropa y luego de ese suceso, la invitaron a estudiar y ahí se quedó para siempre, viviendo en la música.

Su primer recital como solista en piano fue a los 10 años. María Teresa Gómez Arteaga, o mejor, Teresita Gómez, ha creado con sus manos piezas sonoras que hacen parte de nuestra identidad colombiana, su piel al igual que su música tiene la resistencia de los años.

Ha estado en los más grandes escenarios del mundo entero, fue agregada cultural en Alemania, atacada también por el gobierno de Turbay y hace más de setenta años que está al lado del piano y nunca se ha cansado de él. Ahora, luego de los años, sigue aportando a la construcción sonora y musical de nuestra idiosincrasia. Y justo por esta historia y por muchas más que están por venir, es momento de darle aplausos más fuertes a Teresita, de inmortalizarla de muchas maneras así su eternidad esté enmarcada en su piano personal, en estas nubes esponjosas y estas montañas que tocan el cielo. Pero ahora, justo ahora, es momento de que Medellín le devuelva tanto y todo, como gratitud a su fuerza revolucionaria, a su piano, a su melodía, a su voz ronca y a su piel negra.

Su nombre en una calle sería un hermoso tributo para caminarla mientras celebramos su vida y el poder mágico de sus manos. Su nombre en una calle de Medellín, para dejarla anclada para siempre, cuando ella y nosotros partamos y los que vienen sepan de su historia, de su voz y sus manos. Su nombre en una calle para tenerla ahí, en vivo, frente a toda la ciudad, aplaudiéndole los años, los ojos, las manos la cara y esa fuerza creativa que sacó a Medellín del silencio profundo. La calle Teresita Gómez para decirle gracias a nuestra gran pianista.

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