En épocas pasadas, Antioquia y Medellín vivieron tragedias similares o incluso peores a las muy tristes de Mocoa y Manizales. Aún así, la ciudad ha tenido un crecimiento desordenado, producto de factores sociales, de familias desplazadas de otras regiones del país que se asentaron en zonas de alto riesgo. Por eso hacemos un monitoreo permanente y tenemos, por supuesto, mapeados aquellos sectores en los cuales se requiere vigilancia muy estricta.
Incluso, se trabaja en la reubicación de estas personas, pensando en lo más importante: la vida de ellas. Somos conscientes de que tenemos que seguir haciendo esfuerzos. Que la ciudad debe crecer hacia adentro, donde están los equipamientos y los servicios y en especial donde no corran riesgo las personas.
Es un reto, no solo de Medellín sino de todo el país. En nuestro caso, por la topografía, ese reto es mayor en Colombia y a nivel de Latinoamérica. Tenemos muy buen sistema de prevención y alertas tempranas con el Dagred, que ha demostrado su capacidad técnica. Precisamente anteayer entregamos 676 viviendas a familias de alojamiento temporal por estar en alto riesgo o porque dejaron sus viviendas por desastres.
Todo cargo implica responsabilidades. Es un problema que viene de muchos años, pero ello no significa que no lo debemos gestionar. Viene una temporada invernal fuerte y hay que adelantarse con monitoreo y alertas tempranas. Incluso, si es inevitable, con desalojos por la ocupación de zonas de alto riesgo.