Se trata de un problema grave y preocupante para Medellín y para el país, por los efectos que tiene sobre el sistema de salud, el SOAT, y otros factores sociales y económicos, pero se está convirtiendo en un riesgo para otros actores de la movilidad: en Medellín van, este año, 58 peatones muertos, el 85 % en incidentes que involucran a motociclistas.
Tenemos varias estrategias: ya hay una mesa de trabajo con los amigos de las motos, no solo los usuarios sino también ensambladores y comercializadores. Estamos en el diseño de estrategias. Del Fondo Nacional de Seguridad Vial recibiremos en junio $4.000 millones para intervenir los puntos críticos de accidentalidad en Medellín. Ojo: no es que no queramos más motos ni motociclistas sino que se busca proteger su vida.
Otra acción será integrar el modo moto y el modo metro y metroplús, para que no se hagan recorridos tan extensos y dejen las motos para cumplir la totalidad del recorrido.
La señalización es prioridad. Por ejemplo, con los conos instalados para que el motociclista haga la fila en las intersecciones como cualquier vehículo y se apacigüen arranques y llegadas a los cruces. Y habrá que buscar que se cumplan requisitos en licencias, seguros y conocimiento de las normas. El otro trabajo es de pedagogía de mediano y largo plazos. Hablamos de una labor con un parque de 620 mil motos en el Valle de Aburrá. Es un proceso que tomará tiempo.