(...) A pesar de diversos intentos, conferencias de paz e intervenciones desde el exterior, entre las que se incluye la última de las incursiones turcas en el interior de Siria, la única aguja que parece moverse es la que mide el sufrimiento de los sirios, que solo empeora.
Las investigaciones académicas sobre guerras civiles revelan por qué: la duración media de un conflicto así es de casi una década, el doble de la de Siria hasta la fecha. Hay una serie de factores que pueden alargarlos, volverlos más violentos y dificultar su fin. Prácticamente todos están presentes en Siria. (...)
Siria ha sido el escenario de matanzas masivas indiscriminadas y repetidas de civiles en todos los bandos. Esto no es resultado solo de la maldad, sino de algo mucho más poderoso: los incentivos estructurales.
En la mayoría de las guerras civiles, las fuerzas combatientes dependen del apoyo popular para tener éxito. Este “terreno humano”, como lo llaman los expertos en contrainsurgencia, proporciona incentivos a todos los bandos para proteger a la población civil y minimizar las atrocidades, y con frecuencia ha resultado ser determinante.
Guerras como la de Siria, en las que tanto el gobierno del presidente Bashar El Asad como la oposición dependen en gran medida del apoyo externo, provocan el comportamiento opuesto (...)
(...) Esta dinámica convierte a la población local en amenaza potencial en lugar de constituir un recurso necesario.