Es una zona con la que el Estado tiene una deuda enorme, deuda que no se va a pagar con visitas mediáticas del gobernador de Antioquia. Esa deuda es posible pagarla solo implementando un plan de desarrollo serio.
El problema es que nuestras zonas agrícolas y rurales tienen cada vez más problemas para desarrollarse porque en medio de esta globalización neoliberal y el libre comercio la producción nacional se lesiona cada vez más.
Allí se ha producido fríjol, golpeado por las importaciones y precios que no le rentan al campesino, y café, con todo lo que han sufrido los cafeteros. Arreglar la carretera es bueno y que le pongan una manito a la escuela. Pero son efectos mediáticos que producen una ilusión pasajera. Se necesita empleo de buena calidad, pero no será posible con nuestro modelo económico.
Está bien que el gobernador vaya, y diga que va a pagar la deuda, pero la deuda se paga con planes de desarrollo.
La raíz de esos grupos insurgentes en esa zona tiene que ver no solo con los cultivos ilícitos sino también con el abandono por parte del Estado. Incluso, Hidroituango no parece capaz de ofrecer la inversión social de la que se habla. Solo vías y arreglos cosméticos de escuelas, con dádivas y recursos mínimos.