Lo primero, es que los ataques en campaña hacen parte del juego político que se presenta en elecciones. ¿Cuándo lo hacen? Depende del lugar hacia donde vaya. Una campaña consolidada, que va de primera, se concentra en hacer propuestas. Cuando va de segunda, de tercera, o va en descenso -como parece ser el caso de la de Alonso Salazar- tiene que buscar otra campaña como objetivo para entrar a polarizar. La polarización ha definido la Alcaldía de Medellín en las dos últimas elecciones.
Segundo, hay un debate interesante en términos de justicia. En Colombia se volvió normal acusar, acusar, acusar, porque la justicia se demora muchos años en determinar responsabilidades. Entonces se busca crear un efecto político en las campañas. De las acusaciones que hizo Alonso Salazar hace cuatro años, varias han sido desestimadas por la justicia, incluso uno de sus funcionarios (su entonces secretario de Gobierno) ha tenido que ofrecer disculpas.
Y lo tercero, es que sí es importante que las autoridades pongan atención sobre denuncias recurrentes desde hace años, pero que no han sido aclaradas. Si hay nexos de candidatos con delincuentes, las elecciones son el período más indicado para que las autoridades judiciales determinen si ellas existen o no.